Jubilación en riesgo: por qué el sistema ya no alcanza y pide pensar a largo plazo

Enfoques02/12/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Jubilación Cripto
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La columna semanal de Diego Torres en #MODO17 por #LA17 tomó esta vez un tema incómodo y cada vez más urgente: qué pasa con la jubilación que muchos esperan cobrar dentro de diez, quince o veinte años. A partir de una consulta que recibió en ExpoTIC, el especialista en administración, inversiones y criptomonedas decidió bajar la discusión a tierra y poner números, tendencias y preguntas concretas sobre la mesa. El punto de partida fue simple y directo: el sistema actual no alcanza para garantizar una vejez tranquila y mirar para otro lado ya no funciona.

En el programa, Torres contó que después de su charla sobre uso de criptomonedas en la economía real se le acercó un hombre de mediana edad que le confesó su preocupación por la jubilación. Ese diálogo disparó el análisis. El columnista recordó que muchas personas siguen depositando expectativas en el haber previsional, pero él mismo no espera vivir de su jubilación y prefiere pensar en una estrategia propia de largo plazo. Desde ahí se propuso revisar cuánta gente aporta hoy, cuántos cobran y qué relación debería existir para que el sistema sea sustentable.


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El primer eje fue el ANSES, organismo que concentra la mayoría de las jubilaciones. Según explicó, el esquema actual tiene unos 7,6 millones de aportantes y alrededor de 5 a 6 millones de personas que cobran un haber, lo que deja una relación muy baja entre quienes financian el sistema y quienes ya están retirados. Torres advirtió que la proporción se acerca a “un aportante por cada jubilado”, cuando los modelos internacionales consideran saludable un rango de entre 2,5 y 3,5 aportantes por beneficio. Esa brecha se refleja en un déficit que hoy ronda varios puntos del PBI y que se cubre con impuestos.

A partir de esos datos, el economista planteó un ejercicio sencillo: para equilibrar las cuentas con las jubilaciones actuales, serían necesarios muchos más trabajadores formales que los que existen hoy. Señaló que el organismo necesitaría “al menos 12,5 millones de aportantes” para sostener el nivel de prestaciones vigente, algo que se vuelve aún más complejo si se piensa en haberes más altos y salarios de mejor calidad. En paralelo, la población envejece, crece el número de personas mayores y la pirámide se invierte, lo que suma presión sobre el sistema.


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Torres insistió en que el problema no se limita a la Argentina. Recordó que Europa también afronta tensiones previsionales por el envejecimiento demográfico y la necesidad de incorporar trabajadores nuevos, muchas veces a través de la migración, en contextos sociales que no siempre aceptan esa dinámica. En el plano local, remarcó la alta informalidad laboral, el costo de las cargas sociales y la dificultad de muchas pymes para sumar empleados registrados. Para él, la discusión excede cualquier cambio de gobierno. “Esto ya se sabe, lo saben todos, es el elefante en la sala”, sostuvo, al remarcar que ningún espacio político puede resolver la ecuación solo con voluntad.

Desde ese diagnóstico, el columnista apuntó a una idea central: cada persona necesita asumir que la jubilación estatal no alcanzará para sostener el nivel de vida previo. No habló de desaparición del sistema, sino de límites concretos. Retomó una práctica conocida de otras generaciones, como la compra de terrenos o departamentos para resguardar valor, y la actualizó con la posibilidad de incorporar activos financieros y digitales, entre ellos bitcoin, dentro de una planificación de largo plazo.


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En ese punto, explicó por qué mira con atención al principal criptoactivo. Definió a bitcoin como “un activo nativo digital que tiene una escasez intrínseca”, con una emisión máxima de 21 millones de unidades para un planeta con miles de millones de habitantes. Esa escasez, sumada a la expansión monetaria global, hace que muchas carteras lo incorporen como reserva de valor. Para Torres, no se trata de prometer ganancias fáciles ni de perseguir “memecoins”, sino de entender cómo funcionan los activos escasos en contextos inflacionarios y qué lugar pueden ocupar dentro de una estrategia de ahorro previsional.

La columna también abordó el costado psicológico de la discusión. Torres mencionó los sesgos cognitivos que llevan a negar problemas complejos y a refugiarse en explicaciones mágicas. Planteó que “no querer ver la realidad” es una reacción humana frecuente, pero peligrosa cuando se trata de la vejez y del ingreso futuro, porque retrasa decisiones que requieren décadas de construcción. Su propuesta es usar la información, los números y las herramientas tecnológicas disponibles para diseñar una jubilación autogestionada, sin quedar atado solo al haber oficial.


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En el tramo final, el especialista comenzó a trazar un esquema básico para responder una pregunta que muchos oyentes se hicieron: cuánto capital se necesita para generar un ingreso mensual propio. Propuso pensar en dólares o en una unidad estable para simplificar, estimar un rendimiento anual posible —por ejemplo, del 5% o del 10%— y calcular qué monto de ahorro permitiría generar ese ingreso sin consumir el capital. Ese esquema, que quedó planteado para profundizar en otra entrega, sirve como punto de partida para quienes quieren proyectar su futuro financiero con mayor claridad.

La columna cerró con una definición que atravesó todo el análisis: nadie puede delegar por completo su vejez en un sistema jubilatorio que muestra límites estructurales. La combinación de más información, educación financiera, nuevas tecnologías y activos escasos puede ayudar a construir una red propia que complemente, y no reemplace, lo que hoy brinda el Estado. Entre números, proyecciones y ejemplos, el mensaje fue contundente: el momento para pensar la jubilación ya llegó.

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