Argentina explotó en consumo de datos, pero la velocidad no acompañó: redes exigidas al máximo

Al cierre de 2025, Argentina se afirmó como uno de los mercados con mayor intensidad de uso de datos móviles en América Latina. El celular pasó a ser la puerta de entrada a casi todo y el tráfico creció sin pausa.

Ese liderazgo en consumo convivió con una contradicción que se sintió en la experiencia diaria. Se usaron más gigas, pero la conexión no sostuvo la misma calidad. La brecha se notó en la velocidad efectiva y en cómo se percibió el servicio, sobre todo al comparar con estándares internacionales.

En la región, el tráfico móvil aceleró con fuerza y el video ocupó el centro del caudal. El peso del streaming corto y largo, sumado al uso permanente de redes sociales, sostuvo un flujo cada vez más pesado para las antenas.

En Argentina, ese patrón se potenció. El consumo se concentró en video móvil, pero también en actividades ya normales: pagos digitales con billeteras, gestiones diarias, trabajo remoto e instancias de estudio híbridas.

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La mejora existió, pero no alcanzó para cerrar el gap. En 2025 se registró un avance interanual en la velocidad mediana de descarga móvil, asociado a optimizaciones y a la reutilización de bandas de espectro. Aun así, el país siguió lejos de los niveles más altos del ranking global.

Esa distancia quedó reflejada en comparaciones internacionales: Argentina mejoró, pero mantuvo un rendimiento por debajo de promedios mundiales y también por debajo de algunos pares regionales que modernizaron sus redes con más rapidez.

El contraste dejó una foto extraña: usuarios hiperconectados, consumo alto y una infraestructura que corrió desde atrás. Cuando la demanda creció más rápido que la capacidad, aparecieron saturación, altibajos de rendimiento y más quejas.

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El nudo de fondo no estuvo en la adopción tecnológica del usuario. Estuvo en la capacidad real de sostener inversiones de red, ampliar cobertura y densificar sitios para absorber tráfico sin que caiga la calidad.

En ese punto, el debate se corrió hacia el Estado y el marco regulatorio. El sector reclamó previsibilidad, espectro disponible en tiempo y forma y una carga impositiva y operativa más razonable para poder invertir de manera sostenida.

El balance de 2025 dejó una conclusión incómoda. Argentina sostuvo el ritmo de consumo, pero pagó con una conexión que no siempre rindió a la altura de esa demanda. Si no se sostuvo inversión a largo plazo, el liderazgo en gigas consumidos quedó a un paso de transformarse en liderazgo en fastidio.