
Productores yerbateros cobran solo el 50% al entregar y afrontan demoras de hasta 120 días por el saldo
Enfoques10/12/2025
REDACCIÓN
La situación económica del sector yerbatero transita uno de los momentos más tensos de los últimos años, marcada por una caída persistente del precio recibido por quienes producen hoja verde y un escenario de incertidumbre que se consolida desde fines de 2024. El informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) señala que la desregulación introducida por el DNU 70/2023 alteró el funcionamiento del mercado al quitar al Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) la capacidad de fijar valores de referencia, un rol que había ordenado históricamente la relación entre productores, secaderos e industrias.


En ese nuevo esquema, los precios comenzaron a mostrar una volatilidad marcada que se profundizó durante 2025. Entre octubre de 2024 y marzo de 2025, el valor pagado por kilo de hoja verde permaneció congelado, lo que deterioró aún más la rentabilidad en un contexto de costos crecientes. Las protestas que se replicaron en distintas zonas de Misiones llevaron a un acuerdo transitorio en mayo de 2025 para fijar el valor en $305, pero según el informe, ese monto solo se mantuvo durante un mes, ya que la concentración industrial presionó nuevamente hacia abajo. En octubre, el máximo pagado fue de $265, una pérdida del 13,1% respecto del acuerdo original.
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El deterioro se vuelve más evidente cuando se compara ese precio con los costos de producción estimados por el INYM. Los técnicos del instituto calcularon en octubre de 2025 que producir 1 kilo de hoja verde requiere $424, sin contemplar impuestos ni margen de rentabilidad. Con ese cálculo, cada productor absorbió una pérdida mínima de $159 por kilo, equivalente al 60% de lo que efectivamente recibió. El documento también advierte que esta brecha resulta la peor relación entre costo y pago desde 2019, algo que demuestra la fragilidad estructural del sector.
El impacto económico no solo surge del precio final sino también de la modalidad de pago, que volvió aún más complejo el funcionamiento de las chacras. Los productores cobran únicamente el 50% al momento de la entrega, mientras que el resto se liquida en plazos de 30, 60, 90 y hasta 120 días, una espera que erosiona el poder adquisitivo en un contexto inflacionario. El informe destaca además el aumento de cheques rechazados, un fenómeno que se volvió recurrente y que profundiza el riesgo financiero para quienes dependen de esa liquidación diferida.
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El efecto sobre los ingresos se vuelve más crítico cuando se analiza la participación real del productor en el precio final que paga el consumidor. A octubre 2025, quienes abastecen los secaderos captaron apenas el 16,4% del precio de góndola, el registro más bajo en seis años y una señal evidente de la pérdida de peso relativo del sector primario dentro del circuito comercial. El promedio del año, de 17,0%, también constituye el nivel más reducido desde 2019, lo que confirma una caída sostenida y estructural que no responde a anomalías puntuales sino a transformaciones profundas del mercado.
Mientras la situación económica empeoraba en el campo, la estructura industrial continuó mostrando un rasgo central: la fuerte concentración empresarial. Según el estudio, los diez principales grupos industriales manejan el 74% del mercado, con tres jugadores que explican por sí solos el 46% de la producción en paquete. Las marcas líderes provienen mayormente de Corrientes y Misiones, aunque las firmas misioneras perdieron participación relativa pese a sostener el mayor volumen total producido. Esta concentración permite a las empresas absorber costos crecientes con mayor flexibilidad, mientras presionan los valores pagados a los productores para sostener precios de góndola inferiores a la inflación.
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En paralelo, el análisis advierte sobre los efectos que la desregulación genera en la estructura del mercado. La eliminación de los acuerdos de precios semestrales permitió que las grandes empresas procesadoras establezcan valores que no cubren los costos de quienes producen materia prima, mientras concentran una porción mayor de las compras totales. Esta dinámica, según el CEPA, debilitó la posición de las cooperativas y pymes que históricamente sostuvieron la producción en Misiones y Corrientes.
Ese deterioro ya presenta consecuencias operativas. La pérdida de rentabilidad, sumada a la incertidumbre sobre los precios futuros, ralentiza las inversiones, un factor crítico en un cultivo que requiere cinco años para entrar en producción desde la implantación inicial. Sin previsibilidad, la posibilidad de reducir superficie o directamente suspender plantaciones se volvió un riesgo concreto, algo que podría impactar en la oferta de mediano plazo y modificar toda la estructura del mercado yerbatero.
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El escenario, según el informe, llevó a que distintos grupos de productores anunciaran su decisión de realizar una “no cosecha” para la zafra de verano, medida que busca visibilizar la gravedad de la situación y presionar por mecanismos que aseguren valores que permitan cubrir los costos básicos. La falta de un esquema regulado, la volatilidad del precio y los retrasos en los pagos conforman un cuadro que, para el sector primario, se volvió insostenible.
Mientras tanto, el conflicto continúa sin una resolución clara. La causa judicial que suspendió parcialmente la desregulación sigue en trámite en la Corte Suprema, sin movimientos desde junio de 2024, lo que agrega un componente institucional que paraliza la posibilidad de acuerdos estables. La cadena yerbatera, uno de los sistemas productivos más extendidos del NEA, enfrenta así un escenario donde los productores aparecen como el eslabón más vulnerable en un mercado crecientemente concentrado.
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Aun con estas tensiones, la producción total mostró variaciones que permiten dimensionar la magnitud del sistema. Entre enero y octubre de 2025 ingresaron 867,3 millones de kilos de hoja verde, lo que significó una caída del 10,5% interanual atribuida al impacto del insecto “rulo” y a la caída de la rentabilidad primaria. Sin embargo, el volumen se mantuvo 3,1% por encima del promedio 2019-2024, lo que evidencia que la retracción no eliminó el peso productivo del sector. Misiones aportó el 84% de la cosecha, el nivel más bajo en cinco años, mientras Corrientes alcanzó el 16%, su punto más alto en el período, con un incremento del 33,8% respecto de 2021.
El informe también repasa la dinámica del consumo, que mostró una leve recuperación vinculada a la desaceleración en la caída salarial. Entre enero y octubre de 2025, el mercado interno registró 229,1 millones de kilos, un 6,1% más que el año previo, aunque todavía 3,3% menos que en 2023. En octubre el consumo mensual cayó 5,4%, lo que marca oscilaciones que, si bien no determinan el rumbo del sector, inciden sobre la estrategia de precios de la industria, especialmente en períodos donde la elasticidad de la demanda se vuelve más sensible.
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El comercio exterior completó un capítulo relevante del informe: las exportaciones crecieron 31,7% entre enero y octubre de 2025, impulsadas por nuevos mercados en Europa y Medio Oriente y por la expansión del consumo de yerba mate en eventos internacionales. Siria, Chile, España y Estados Unidos encabezaron los destinos, mientras el volumen exportado representó el 14,5% de la producción nacional. Las importaciones también crecieron, aunque con impacto moderado: el ingreso de yerba proveniente del exterior —principalmente de Brasil y Paraguay— representó el 4,7% del consumo nacional, un nivel que no desplaza a la producción local pero refleja un mercado más expuesto a movimientos internacionales.




















