
Expertos explican cómo se manifiesta la ansiedad generalizada y qué opciones existen para tratarla
Actualidad10/12/2025
REDACCIÓN
La ansiedad aparece con frecuencia en etapas de presión o cambio, aunque especialistas señalan que cuando la preocupación se vuelve persistente y difícil de controlar, puede tratarse de un trastorno de ansiedad generalizada. Un documento elaborado por profesionales de Mayo Clinic para Infobae describe cómo esta condición afecta tanto a chicos como a adultos, con expresiones que varían entre inquietud constante, temores desproporcionados y síntomas físicos que interfieren en rutinas laborales, sociales y familiares. Los expertos remarcan que diferentes tipos de ansiedad comparten rasgos, pero aclaran que cada uno constituye una enfermedad distinta.


El informe detalla que esta condición puede coexistir con otros problemas emocionales y que su evolución suele extenderse durante largos períodos, con momentos de mayor intensidad y otros de relativa calma. Los especialistas explican que en numerosas situaciones se suman trastornos de la misma familia diagnóstica, lo que complica el proceso clínico. En ese contexto, subrayan que “en la mayoría de los casos, el trastorno de ansiedad generalizada mejora con psicoterapia o medicamentos”, una línea que resaltan como punto de partida para retomar actividades que se ven afectadas por la angustia persistente.
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El texto profundiza en la variedad de síntomas que pueden aparecer, desde nerviosismo constante y dificultades para concentrarse hasta problemas musculares, trastornos del sueño, temblores, sudoración, molestias gastrointestinales y una sensación continua de tensión. Los expertos describen que estas señales surgen incluso sin un motivo aparente y que pueden alterar el rendimiento laboral, limitar la energía diaria e influir en decisiones simples. También mencionan que la ansiedad puede cambiar de foco con el paso del tiempo y mostrarse de forma diferente según la edad.
El documento incorpora además información referida a niños y adolescentes, quienes presentan preocupaciones relacionadas con el rendimiento escolar, la seguridad familiar o situaciones extremas como catástrofes o guerras. En muchos casos, buscan integrarse sin sentirse expuestos, repiten tareas para lograr resultados que consideran adecuados o pasan demasiado tiempo en actividades que exigen precisión. A esto se suman dolores frecuentes, nerviosismo intenso o intentos de evitar la escuela y espacios sociales, lo que para los especialistas constituye un indicador de que la ansiedad supera los límites habituales.
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Respecto de las causas, los profesionales explican que intervienen elementos biológicos y ambientales, desde características del cerebro y antecedentes genéticos hasta experiencias negativas, enfermedades crónicas o diferencias en la forma de percibir amenazas. Añaden que las mujeres reciben este diagnóstico con algo más de frecuencia que los hombres, y que ciertos rasgos de personalidad pueden aumentar la probabilidad de desarrollar este trastorno. El análisis menciona, además, que situaciones traumáticas en la infancia o cambios significativos durante la vida adulta influyen en la aparición de estos cuadros.
Las complicaciones señaladas incluyen dificultades para concentrarse, pérdida de energía, problemas digestivos, cefaleas, alteraciones del sueño y riesgo de depresión. Los expertos remarcan que este trastorno también “puede provocar o empeorar otras afecciones físicas”, lo que requiere un seguimiento profesional adecuado. Además, indican que con frecuencia aparece asociado a fobias, trastorno de pánico, trastorno obsesivo compulsivo, estrés postraumático, depresión e incluso abuso de sustancias, una combinación que vuelve más complejo el diagnóstico.
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El informe incorpora recomendaciones para disminuir la intensidad de los síntomas, aunque aclara que estas medidas no reemplazan el tratamiento profesional. Señalan que buscar ayuda temprana mejora el pronóstico, que llevar un registro de situaciones de estrés puede facilitar la comprensión del problema y que organizar tiempos y actividades reduce la sobrecarga diaria. También describen la importancia de evitar sustancias que incrementan la ansiedad y consignan que “la nicotina y la cafeína pueden empeorar la ansiedad”, por lo que la abstinencia o la reducción sostenida representan un apoyo útil.
Para el diagnóstico, los profesionales mencionan evaluaciones clínicas, análisis complementarios y cuestionarios psicológicos, así como el uso de criterios establecidos por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. En cuanto al tratamiento, explican que la psicoterapia —en especial la terapia cognitiva conductual— y determinados medicamentos constituyen las principales herramientas. Sobre esta modalidad terapéutica, señalan que “enseña habilidades específicas para controlar directamente las preocupaciones y ayudarte a retomar gradualmente las actividades que evitas debido a la ansiedad”, un proceso que se sostiene con constancia y acompañamiento profesional.
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Los especialistas detallan el uso de antidepresivos, buspirona y, en casos puntuales, benzodiacepinas para manejar síntomas intensos durante períodos breves. También describen hábitos que pueden complementar el abordaje, como actividad física regular, descanso adecuado, técnicas de relajación, alimentación equilibrada y reducción de alcohol, tabaco y café. En cuanto a los remedios herbales, advierten que “se necesita más investigación para conocer por completo los riesgos y beneficios”, y mencionan que algunos suplementos pueden provocar efectos adversos graves, por lo que recomiendan consultar siempre con un profesional.
El documento concluye con una serie de orientaciones para quienes conviven con este trastorno, desde mantener la regularidad en la terapia y la medicación hasta identificar situaciones que agravan la ansiedad, evitar quedarse atrapado en preocupaciones del pasado y recurrir a actividades que permitan recuperar el foco mental. También proponen sostener vínculos sociales y considerar grupos de apoyo. Finalmente, subrayan la importancia de consultar a un médico cuando la ansiedad interfiere en la vida diaria, especialmente si se combina con depresión, consumo problemático de sustancias o pensamientos suicidas. Para los expertos, “es poco probable que tus preocupaciones desaparezcan solas” y sugieren buscar ayuda profesional antes de que los síntomas se intensifiquen.


















