

En pleno corazón de Península Valdés, el parador La Elvira recibe a viajeros que buscan paisaje y calma en Caleta Valdés. Juan Fugulín, a cargo del servicio, junto a su familia, cuenta que en verano,la naturaleza ofrece mar sereno y temperaturas cercanas a los 30 grados. El balance del año dejó buenas señales: el turismo sostuvo la actividad aun con expectativas más bajas. “Teníamos una expectativa más baja, pero se cumplió bien dentro de todo”, resumió Fugulín, entre visitantes extranjeros y locales.


Desde el salón y el mirador, el atractivo principal aparece frente a la mesa: fauna a metros del restaurante. Se observan elefantes marinos, lobos, pingüinos y, con suerte, orcas. “Salís del restaurant y los tenés a pasitos”, dijo en comunicación telefónica a "Charlas del Sur".
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La aparición de orcas no se garantiza, pero el sitio conserva su magia todo el año. Las orcas recorren el contorno de la península y pueden verse en distintas épocas. “No es frecuente, pero sí pueden observar orcas”, aclaró Fugulín. El parador funciona desde temprano y se adapta al ritmo del camino. No hay un horario rígido de cocina y se atiende al turista que llega en cualquier momento. “No somos el restaurant que cerramos la cocina a las 3 de la tarde”, explicó.
La historia del lugar se apoya en más de un siglo de trabajo rural. La estancia nació con la familia Mariezcurrena y tomó el nombre de Elvira, esposa del primer dueño, según relató el entrevistado. Hoy el campo pertenece a la familia Gilardino.
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El acceso a Caleta Valdés es libre y no exige consumo para ingresar. La gestión del área sostiene el cuidado con guardafaunas y servicios básicos. Fugulín contó que la limpieza de los baños aparece como elogio habitual entre quienes pasan. Para planificar la visita, recomienda mirar mareas y tiempos de traslado. Caleta Valdés tiene marea antes que Punta Norte y permite armar un recorrido en dos paradas. “Vengan despacio en el ripio, al ripio hay que respetarlo y más todavía a la fauna silvestre que suele estar cerca de la ruta, como zorros, maras y guanacos, entre otros, el paisaje está y acompaña todos los kilómetros de recorrido”, insistió.
El pedido final se repite como regla de convivencia: respetar a la fauna y no alimentarla. Dar comida altera hábitos y expone animales en la ruta, advirtió. “Nosotros somos los intrusos”, resumió, y pidió paciencia para disfrutar sin apuro. Y antes del final de la nota, no podemos dejar de mencionar que Juan se comunicó con nosotros y nos dijo con mucha alegría "¡Hoy vimos Orcas! ¡La gente que había idoa pasar el día estaba de suerte!



















