La historia de libros y constancia que llevó a una alumna de Madryn a destacarse en un premio nacional

Chubut20/12/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Ana Letain
Ana Letain

La lectura como práctica cotidiana y sostenida puede abrir caminos impensados. En Puerto Madryn, una alumna de 10 años alcanzó un reconocimiento provincial y nacional a partir de un vínculo constante con los libros, construido en la escuela, en la biblioteca y en su vida diaria, sin fórmulas extraordinarias ni exigencias externas.

Se trata de Ana Letain, estudiante de la Escuela 158, quien fue distinguida como la chica más lectora de Chubut en el Premio al Chico más Lector 2025 que impulsa la Fundación Leer. La distinción llegó tras registrar más de cien libros leídos en la plataforma digital del programa, a lo largo de varios meses.


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Durante una entrevista en el programa #Modo17 por #LA17, Ana relató con naturalidad cómo recibió la noticia. “Me sorprende haber ganado este premio como ser la lectora de la provincia”, contó, todavía asimilando el alcance de un reconocimiento que primero creyó limitado a su escuela y luego comprendió que se extendía a todo el territorio chubutense.

El recorrido lector no comenzó como una obligación ni como una meta competitiva. La propia Ana recordó que al principio la lectura no le resultaba atractiva. “Pensaba que era aburrido, pero ahora no”, explicó, al describir ese momento en el que un libro funcionó como puerta de entrada a un universo que hoy transita con entusiasmo.

Kimey Cartagena y Ana Letain

El acompañamiento escolar fue decisivo. Desde la biblioteca de la escuela, Kimey Cartagena promovió la participación en el club de lectura digital, una iniciativa que invitó a estudiantes de distintos grados a registrar sus lecturas y compartirlas. La propuesta no buscó imponer cantidad, sino generar un espacio de encuentro con los libros, tanto en formato digital como en papel.


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A lo largo del año, Ana sostuvo un ritmo constante de lectura. “Leí más de 100”, dijo con simpleza, al repasar un proceso que se extendió desde abril hasta fines de noviembre. En la plataforma podía ver el avance, marcar libros terminados y proponerse nuevas lecturas sin que eso se viviera como una competencia.

En el aula y en la biblioteca, su vínculo con los libros también se expresó de otras maneras. Participó en instancias de narración para compañeros más chicos y mostró interés por compartir historias. La bibliotecaria destacó esa predisposición y señaló que Ana solía acercarse con ganas de leer en voz alta y recomendar títulos.


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Entre los libros que más la marcaron aparecen clásicos y sagas juveniles. Mencionó “Alicia en el país de las maravillas” y varios títulos de “El diario de Greg”, que incluso leyó en inglés. También recordó relatos vinculados a la Patagonia, como la leyenda de la ballena Goz, que conectó la lectura con el territorio donde hoy vive.

El reconocimiento tuvo un momento especial dentro de la escuela. Ana contó que fue nombrada delante de sus compañeros, sin previo aviso. “Pensé que se habían equivocado”, recordó, al describir la sorpresa y la vergüenza inicial al escuchar que era la chica más lectora de la provincia.


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Más allá del premio, la experiencia dejó una marca en la comunidad educativa. La biblioteca escolar volvió a ocupar un lugar central como espacio de encuentro, y la historia de Ana funcionó como ejemplo cercano de que la lectura puede construirse desde el disfrute, la curiosidad y el acompañamiento cotidiano.

La propia protagonista lo resumió sin grandilocuencias. Cuando se aburre, lee. Cuando encuentra una historia que le gusta, sigue. Y cuando termina un libro, busca otro. En esa constancia simple, sostenida en el tiempo, se explica un reconocimiento que trascendió la escuela y llegó a todo el país.

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