
Cáncer de ovario: una nueva terapia abre opciones tras diez años sin cambios relevantes
Actualidad22/12/2025
REDACCIÓN
El cáncer de ovario continúa entre los tumores ginecológicos con mayor complejidad clínica, tanto en Argentina como a nivel global. Cada año se diagnostican alrededor de 2.200 casos en el país y cerca del 70% de las pacientes llega a la consulta en estadios avanzados, cuando la enfermedad ya se extendió fuera del ovario y las opciones curativas disminuyen de manera marcada.


La falta de métodos de detección temprana eficaces para mujeres sin síntomas y la presencia de manifestaciones iniciales inespecíficas, como distensión abdominal persistente, molestias digestivas o dolor pélvico, explican buena parte del retraso diagnóstico. En ese contexto, los especialistas insisten en la importancia de la consulta médica ante síntomas sostenidos y del acceso regular a controles de salud.
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Durante años, el tratamiento se apoyó casi exclusivamente en cirugía y quimioterapia. Si bien estas estrategias permiten controlar la enfermedad en una primera etapa, un número significativo de pacientes presenta recaídas y resistencia a esquemas con platino, situación que redujo de forma considerable las alternativas terapéuticas disponibles.
Luego de más de una década sin innovaciones sustanciales para ese subgrupo de pacientes, el conocimiento de la biología tumoral permitió identificar blancos moleculares específicos. Ese camino derivó en la llegada de una nueva herramienta terapéutica con un mecanismo distinto a los tratamientos tradicionales: un anticuerpo conjugado a droga, dirigido a tumores que expresan el receptor de folato alfa.
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El fármaco reconoce de manera selectiva a la célula tumoral, ingresa en ella y libera la quimioterapia en su interior, lo que incrementa la eficacia sobre el tumor y reduce el impacto en tejidos sanos. Está indicado para casos avanzados resistentes a la quimioterapia basada en platino y marca un cambio en la lógica del tratamiento.
“A diferencia de la quimioterapia convencional, que actúa de forma sistémica y poco específica, esta estrategia permite focalizar la acción terapéutica en tumores que expresan determinados biomarcadores. Por eso, el testeo molecular resulta hoy indispensable”, explicó Valeria Cáceres, médica oncóloga y directora del área médica del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo. Y agregó: “Identificar a las pacientes que pueden beneficiarse de terapias personalizadas permite tomar decisiones más precisas y optimizar los resultados clínicos”.
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Los estudios clínicos internacionales publicados recientemente muestran que este enfoque mejora la sobrevida y el control de la enfermedad en comparación con esquemas previos para cáncer de ovario resistente. Para el equipo médico, se trata de un dato largamente esperado tras años de beneficios limitados.
“El avance en la caracterización genética de los tumores abrió la puerta a tratamientos verdaderamente personalizados”, señaló Ana Laura Mendaña, médica oncóloga clínica del Instituto Alexander Fleming. “Hoy no todas las pacientes reciben el mismo esquema: evaluar biomarcadores permite adaptar la terapéutica a cada caso”, precisó.
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Los especialistas advierten, sin embargo, que persisten desigualdades en el acceso al diagnóstico molecular, a los tratamientos de última generación y a centros especializados, una situación que condiciona las oportunidades terapéuticas según el lugar de atención.
El abordaje del cáncer de ovario también exige una mirada integral, que incluya apoyo nutricional, acompañamiento psicológico, contención social y, cuando corresponde, cuidados paliativos orientados a la calidad de vida. En ese recorrido, las organizaciones de la sociedad civil cumplen un rol de apoyo e información para las pacientes.
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“La información sigue siendo la herramienta más poderosa: controles habituales, diálogo médico-paciente y consulta a tiempo pueden marcar una diferencia real”, sostuvo María de San Martín, directora ejecutiva de la Fundación Donde Quiero Estar. En el marco del programa MAPEC, la fundación relevó que el tiempo promedio entre la primera consulta y el inicio del tratamiento es de 172 días y que el 65% de los casos detectados por síntomas ya se encontraba en estadios avanzados.
Los testimonios recogidos por la organización también señalan desestimación de síntomas, demoras administrativas y problemas de cobertura como obstáculos frecuentes a lo largo del recorrido asistencial. En ese escenario, la llegada de terapias dirigidas introduce una expectativa concreta para una enfermedad históricamente relegada en términos de innovación.
Fuente: NA.








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