Con altas temperaturas, especialistas explican cómo sostener la hidratación profunda de la piel

Durante los meses de calor intenso, la piel pierde agua con mayor rapidez por la combinación de altas temperaturas, exposición solar y contacto frecuente con el agua. En ese contexto, los especialistas advierten que beber líquidos no alcanza y que la hidratación efectiva requiere un abordaje integral que contemple alimentación, descanso y cuidados cotidianos.

En verano, la barrera cutánea se debilita y disminuye su capacidad para retener humedad, lo que se traduce en tirantez, opacidad y menor elasticidad. Este proceso ocurre incluso en personas jóvenes y se acentúa cuando faltan nutrientes esenciales o rutinas de cuidado constantes.

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La hidratación real depende tanto de la cantidad de agua ingerida como de la capacidad del organismo para distribuirla y conservarla. En ese equilibrio intervienen factores internos como el colágeno, los micronutrientes y las grasas saludables, además de hábitos externos vinculados al descanso y la protección solar.

La médica especialista en estética Dianara Tomé explicó que “una piel deshidratada es fácil de reconocer: suele verse opaca, sin brillo, más tirante y con pequeñas líneas de expresión más visibles”. También señaló que puede sentirse áspera o sensible, con una pérdida marcada de elasticidad.

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Según la profesional, estos signos se profundizan en verano porque “la radiación solar acelera la degradación del colágeno y reduce la capacidad natural de la piel para mantener la humedad”. Esa combinación vuelve indispensable reforzar cuidados que actúen desde el interior del cuerpo.

Una ingesta regular de agua a lo largo del día contribuye a reponer líquidos, pero resulta más efectiva cuando se acompaña de una alimentación que favorezca la retención hídrica. En ese sentido, el aporte de colágeno y vitamina C ayuda a sostener la firmeza y a estimular procesos naturales de la piel.

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Las grasas saludables, presentes en alimentos como palta, frutos secos y aceite de oliva, fortalecen la barrera cutánea y reducen la pérdida de agua. A su vez, el descanso nocturno favorece la regeneración celular, mientras que la actividad física mejora la circulación y la llegada de nutrientes a los tejidos.

Desde el cuidado externo, los especialistas recomiendan limpieza suave diaria y el uso de productos con ácido hialurónico o glicerina, combinados con antioxidantes. En ese esquema, el protector solar resulta indispensable todos los días, ya que el sol no solo deshidrata sino que también deteriora las fibras de colágeno.

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Tomé agregó que “los bioestimuladores ayudan a que la piel recupere su capacidad de generar colágeno y mantener una hidratación más profunda y duradera desde adentro”. En casos de pérdida más avanzada, aclaró que “los resultados visibles solo se logran con bioestimuladores inyectables”, que promueven una respuesta sostenida desde las capas profundas.