
A diez años del Acuerdo de París, las emisiones se frenan pero el calentamiento sigue en niveles récord
Actualidad26/12/2025
REDACCIÓN
Los últimos diez años quedaron marcados como los más calurosos desde que existen registros, una tendencia directamente asociada a la quema de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas. Este proceso aceleró un calentamiento global cuyos efectos ya se manifiestan en olas de calor más frecuentes, incendios forestales intensos, sequías prolongadas y lluvias extremas, con consecuencias directas sobre ecosistemas y sociedades.


En ese contexto, en 2015 se firmó el Acuerdo de París, un entendimiento que fijó como objetivo limitar el aumento de la temperatura media global a menos de 2°C, con la aspiración de no superar 1,5°C respecto de los niveles preindustriales. A diferencia de acuerdos previos, el pacto involucró a casi todos los países del mundo, sin distinción de nivel de ingresos, bajo un marco común de compromisos.
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Uno de los puntos centrales del acuerdo radica en que cada país define sus propias metas climáticas, conocidas como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, que deben revisarse cada cinco años con mayor exigencia. Ese esquema permitió, por primera vez, alinear a economías desarrolladas y en vías de desarrollo en una misma hoja de ruta frente al cambio climático.
Antes de 2015, los modelos científicos proyectaban un aumento cercano a los 4°C para fines de siglo. Con la entrada en vigor del Acuerdo de París y el avance de tecnologías energéticas, las proyecciones actuales se ubican en torno a los 2,6°C, siempre que los compromisos anunciados se cumplan. En paralelo, las emisiones globales se estabilizaron, con un crecimiento promedio anual del 0,32% desde 2015, muy por debajo del ritmo de la década anterior.
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Sin embargo, ese progreso resulta insuficiente para alcanzar el objetivo de 1,5°C. Con los compromisos actuales, el mundo no lograría contener el calentamiento en ese umbral, y cada fracción de grado implica consecuencias concretas. A 1,5°C, el riesgo de olas de calor extremas se duplica; a 2°C, casi se triplica, con impactos más severos sobre biodiversidad, producción de alimentos y salud humana.
El balance a una década del acuerdo muestra así avances parciales y límites evidentes. El mensaje original del pacto permanece vigente: los planes climáticos deben profundizarse, con metas más exigentes y financiamiento asegurado para los países en vías de desarrollo, que enfrentan mayores vulnerabilidades.
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Más allá de las decisiones gubernamentales, el proceso también involucra a ciudades, empresas y a la sociedad en su conjunto. Acciones cotidianas como reducir el consumo energético, evitar el desperdicio de alimentos, optar por productos locales o utilizar transportes sostenibles forman parte de un entramado más amplio de responsabilidades.
A diez años de su firma, el Acuerdo de París dejó en claro que ordenó el camino global, pero también que el tiempo corre más rápido que las respuestas. Los efectos del calentamiento ya atraviesan la vida diaria y muestran que el margen de acción sigue abierto, aunque cada vez más ajustado.
Fuente: LA NACION.



















