Por qué el entusiasmo de enero se diluye y qué dice la neurociencia sobre sostener hábitos

Enfoques26/12/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Empezar un nuevo año con planes. Foto Freepik
Empezar un nuevo año con planes. Foto Freepik

Enero concentra propósitos y decisiones postergadas. Gimnasio, alimentación, finanzas y proyectos personales aparecen como objetivos inmediatos, impulsados por una sensación de inicio y orden. Con el correr de las semanas, ese empuje pierde intensidad, un patrón repetido que la psiquiatría y la neurociencia explican desde el funcionamiento del cerebro ante la novedad.

Para Gabriel Fernando Oviedo Lugo, psiquiatra y director del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Pontificia Universidad Javeriana, el comienzo del año opera como un estímulo simbólico potente. “Hay un fenómeno muy humano relacionado con la expectativa de cambio. El comienzo del año genera ilusión y una sensación de control sobre el futuro, lo que activa circuitos cerebrales de recompensa y anticipación, especialmente asociados a la novedad”, explicó.


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Esa activación inicial se traduce en energía y disposición para empezar. El cerebro responde cuando imagina escenarios deseables —mejor condición física, estabilidad económica o proyectos retomados—, pero esa respuesta no se sostiene por sí sola. La novedad pierde peso y aparecen la rutina y el esfuerzo cotidiano.

El ejemplo más visible se observa en los gimnasios. Las inscripciones crecen en enero y la asistencia cae semanas después. Según Oviedo, la explicación no pasa por falta de voluntad. “La motivación inicial es transitoria. Cuando desaparece el componente novedoso y aparecen la rutina, el esfuerzo y la incomodidad, el cerebro deja de recibir ese refuerzo inicial, y si no hay un hábito consolidado, la conducta tiende a disminuir”, señaló.


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Desde la neurociencia, la dopamina cumple un rol central, aunque suele interpretarse de forma incorrecta. Oviedo precisó que este neurotransmisor se vincula más con la búsqueda y la anticipación que con la constancia. “La dopamina modula la exploración y la motivación, pero la constancia depende de otros factores como la repetición, la estructura y la regulación emocional”, explicó.

El especialista también aclaró una confusión frecuente sobre supuestos picos extremos. “Las recompensas naturales, como proponerse metas o mejorar hábitos, generan aumentos moderados y fisiológicos de dopamina. Los picos elevados se observan principalmente con sustancias psicoactivas o algunas adicciones comportamentales”, afirmó.


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Apoyarse solo en el entusiasmo inicial puede tener efectos emocionales. Exigencias desmedidas sostenidas por motivación transitoria favorecen la frustración, la culpa y la ansiedad, con impacto directo en la autoestima. El problema no es proponerse cambios, sino cómo se diseñan y sostienen.

Desde la salud mental, la recomendación apunta a metas pequeñas, concretas y realistas. “Los seres humanos necesitamos metas pequeñas, concretas y realistas. Los cambios saludables no dependen de estar motivados todos los días, sino de construir hábitos y generar condiciones que sostengan el comportamiento, incluso cuando el entusiasmo baja”, concluyó Oviedo.

Fuente: LA NACION.

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