"El amor menos pensado": una escena, un actor y una historia que se queda para siempre

Actualidad27/03/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Escena "La anécdota de la escoba" - Película "El Amor Menos Pensado"
Escena "La anécdota de la escoba" - Película "El Amor Menos Pensado"

"El amor menos pensado" sigue cautivando a quienes valoran los monólogos que detienen el tiempo y emocionan con una sola voz. La película de 2018, dirigida por Juan Vera en su única incursión como realizador, guarda una escena sublime protagonizada por Norman Briski. Ese fragmento basta para entender la potencia de un actor que en tres minutos puede atravesar a toda una platea.

La cinta, con Darín y Mercedes Morán como figuras centrales, se presenta como una comedia dramática sobre el amor después de los 50. El guion fluye entre diálogos filosos y silencios incómodos que narran el desgaste de una pareja tras décadas de convivencia. Sin embargo, en medio de esa historia coral, Briski aparece solo en pantalla y convierte el plano en teatro puro.

“Una película puede valer la pena solo por una escena”, explicó Valeria Malatino en #MODO17 al compartir esa joya del cine nacional. La escena en cuestión detiene el ritmo narrativo, interrumpe lo previsible y captura el alma de quienes se atreven a mirar de cerca. No se trata de efectos, ni de montaje, ni siquiera de música: se trata de verdad.

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Briski, con 83 años y más de 80 películas, demuestra que el arte no entiende de edades ni de límites. Su presencia en pantalla concentra la intensidad de décadas de escenarios, cámaras y textos. “Norman Briski se come la escena”, dijo Malatino.

La película es la ópera prima de Juan Vera, conocido hasta ese entonces como productor de grandes títulos del cine argentino. Su debut como director fue posible gracias a un guion sólido que atrajo a figuras como Ricardo Darín y Mercedes Morán. Vera coescribió, dirigió y logró una historia sutil que conquista por su mirada honesta.

“Un buen guion alcanza donde el presupuesto no llega”, reflexionó Malatino sobre la construcción de la cinta. La historia, simple en apariencia, aborda con sensibilidad los reencuentros, los vacíos y las nuevas búsquedas de una pareja madura. El amor menos pensado no grita, susurra y golpea.

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El recorrido profesional de Vera como productor incluye éxitos como Luna de Avellaneda, Carancho, Me casé con un boludo y El gato desaparece. En todas esas películas fue puliendo una mirada que terminó de redondear en su primera dirección. El paso de guionista a director fue natural, aunque breve: hasta hoy, no volvió a dirigir.

Norman Briski, en cambio, continúa vigente como actor, docente y referente cultural. Su carrera comenzó en los años sesenta y abarca teatro, cine y televisión, con premios, polémicas y una trayectoria que nunca se detuvo. “Dirigió una película de nueve minutos, actuó en 88, escribió 20 obras y dio clases en Boston”, repasó Malatino.

La escena elegida para destacar en la columna de #LA17 forma parte de una propuesta que busca rescatar fragmentos memorables del cine argentino. Malatino invitó a la audiencia a enviar sus escenas preferidas, esos monólogos que sobreviven al paso del tiempo. “Hay escenas que valen más que la película entera”, aseguró.

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El cine, como toda forma de arte, se construye con seres humanos detrás de cámaras, micrófonos, luces y palabras. Cada plano contiene la huella de alguien que decidió contar algo de sí. Por eso, para quienes aman el arte, saber quién está detrás importa tanto como lo que se ve en pantalla.

El vínculo entre espectador y obra se vuelve más profundo cuando se comprende la historia de quienes la crearon. Conocer al director, al guionista, al fotógrafo o al compositor transforma la experiencia visual en un acto de comunión. “No puedo disociar lo que veo de quien lo hizo”, dijo Malatino con convicción.

"Las películas no envejecen, envejecemos nosotros", reflexionó al hablar sobre si una película de 2018 podía considerarse vieja. El cine, al igual que la literatura o la música, se mantiene vivo mientras haya alguien dispuesto a mirarlo con nuevos ojos. Cada nueva mirada renueva su sentido.

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El amor menos pensado es una película sobre el tiempo, el amor que se transforma y la necesidad de reencontrarse con uno mismo. Pero también es una historia sobre la importancia de decir algo cuando todo parece haber sido dicho. Y en esa escena, Briski dice todo lo que alguien necesita oír.

El registro audiovisual permite que esa escena exista para siempre, a disposición de quien quiera volver a sentir lo que solo un gran actor puede generar. Los espectadores cambian, las plataformas se actualizan, pero la escena permanece. Es un testimonio emocional que resiste modas y algoritmos.

Malatino cerró su participación con una invitación a mirar con atención lo que el cine argentino tiene para ofrecer. Porque más allá de las estadísticas, los presupuestos o las taquillas, hay escenas que son eternas. “El arte no explica el mundo, lo transforma desde una mirada única”, concluyó.

   

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