Piden caza y faena de jabalíes ante su crecimiento poblacional

Actualidad22/04/2025Sergio BustosSergio Bustos
jabalies
Quieren cazar y faenar jabalíes.

La proliferación del jabalí en la Patagonia se volvió una preocupación urgente para productores, autoridades sanitarias y organismos ambientales. En Neuquén, la especie avanzó sin freno y ya genera impactos visibles en cultivos, ganado, fauna nativa y salud pública. Su control se volvió un desafío complejo que ahora encuentra una posible respuesta en una propuesta local.

Un productor de Junín de los Andes presentó un proyecto para construir una planta de faena y acopio de jabalíes. La iniciativa fue elevada ante el Control de Ingreso Provincial de Productos Alimenticios (CIPPA) y generó interés en una mesa técnica interinstitucional conformada para abordar esta problemática. El objetivo es establecer un espacio con condiciones sanitarias que permita procesar carne de animales silvestres cazados en la región.

El jabalí no es originario del país. Llegó desde Europa a fines del siglo XIX con fines cinegéticos. Pedro Luro, hijo de uno de los fundadores de Mar del Plata, introdujo la especie en La Pampa, desde donde comenzó su expansión hacia el sur. En Neuquén se adaptó con rapidez al ecosistema cordillerano.

Su alta resistencia, su capacidad reproductiva y la ausencia de depredadores naturales permitieron la formación de poblaciones estables. A diferencia de otras especies silvestres, el jabalí no encuentra competencia directa. Ni siquiera los pumas lo atacan con frecuencia, lo que dejó el camino libre para que se multiplique sin control.


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El avance del chancho jabalí modificó el equilibrio ecológico de la región. Afectó zonas agrícolas, destruyó sembradíos, alteró fuentes de agua, compitió por alimento con otras especies y provocó pérdidas para productores ganaderos. También invadió áreas periurbanas, donde comenzó a aparecer en caminos rurales y espacios comunitarios.

Su alimentación omnívora y su costumbre de consumir restos de alimentos humanos lo transformaron además en un vector de enfermedades. Una de las más peligrosas es la triquinosis, un parásito que puede transmitirse al ser humano si se consume carne infectada. En 2014 se registró un brote en Junín de los Andes, tras la ingesta de conservas caseras elaboradas sin controles.

Andrés Piotti, titular del CIPPA, confirmó que la propuesta se enmarca en el nuevo Programa Provincial de Control y Vigilancia de Triquinosis. Este plan fue lanzado en 2024 y contempla capacitaciones, monitoreos y elaboración de estrategias de intervención para zonas rurales. La planta de faena fue una de las primeras ideas surgidas desde el territorio.

El proyecto presentado incluye la creación de una sala de faena para animales silvestres con foco en jabalíes. También contempla la posibilidad de ofrecer servicios a terceros, recibir animales cazados por particulares y eliminar en forma segura los ejemplares que resulten positivos en los análisis sanitarios.

La propuesta no busca financiamiento estatal ni subsidios. Solo pidió asesoramiento legal, técnico y sanitario para cumplir con las normativas vigentes. Según Piotti, el emprendedor incluso evalúa incorporar un digestor para tratar residuos biológicos y mantener el estándar sanitario necesario.


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La mesa técnica que analizó el proyecto reunió a organismos clave del Estado provincial y nacional. Participaron el Colegio Médico Veterinario, la Dirección de Bromatología, SENASA, Fauna, la Secretaría de Producción e Industria y el CIPPA. El análisis giró en torno a la factibilidad del emprendimiento desde el punto de vista normativo y sanitario.

Actualmente no existe en la provincia una planta habilitada para animales silvestres con estas características. La más cercana se encuentra en Piedra del Águila, pero se dedica a otras especies y no contempla jabalíes. La nueva planta cubriría un vacío importante en la cadena de control.

El consumo de carne de jabalí continúa de manera informal en muchas localidades del interior. La caza se practica sin inspecciones, sin análisis bromatológicos y sin garantía de inocuidad. Esa informalidad incrementa el riesgo de contagios de enfermedades zoonóticas.

El proyecto también abre la posibilidad de recuperar el cuero del jabalí como subproducto comercial. Un interesado externo ya manifestó su disposición a comprar ese material. Esa alternativa podría sumar ingresos al productor y generar empleo local.

Según Piotti, el modelo propuesto podría replicarse en otras regiones del país si demuestra resultados positivos. Enfatizó que se trata de una experiencia piloto que permitirá evaluar su viabilidad sanitaria, económica y ecológica.

La próxima reunión de la mesa técnica está prevista para el 11 de junio. Allí se evaluará la documentación presentada, se discutirán condiciones legales y se avanzará con una posible habilitación. Se espera también la opinión del organismo de Fauna provincial sobre el impacto ambiental.


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La planta permitiría dar trazabilidad a una carne que hoy circula sin control. También permitiría reducir la población de jabalíes con un enfoque productivo. No se busca erradicar la especie, sino reducir su presión sobre el entorno.

Neuquén enfrenta una situación compleja que combina problemas sanitarios, ecológicos y económicos. El avance del jabalí es parte de una realidad que requiere respuestas articuladas entre lo público y lo privado.

La informalidad representa un riesgo directo para la salud. El consumo sin control puede provocar brotes que afectan tanto a productores como a consumidores. La prevención depende de la existencia de mecanismos de control efectivos.

El enfoque integral del proyecto se basa en tres pilares: salud, ambiente y producción. Apunta a generar una cadena segura, formal y sustentable que permita coexistir con la especie invasora sin desproteger a la población.

Desde el CIPPA recordaron que la triquinosis no se elimina con la cocción. El parásito solo puede detectarse en laboratorio, lo que vuelve clave el rol de las plantas habilitadas y los controles bromatológicos.

La propuesta se enmarca también en una estrategia de acompañamiento a productores. Busca ofrecer herramientas técnicas para evitar la clandestinidad y proteger la calidad de los alimentos que llegan a las mesas neuquinas.

La experiencia de Junín de los Andes puede marcar un precedente. La articulación entre productores, técnicos y organismos del Estado permitió diseñar un modelo posible. Ahora resta definir su implementación.

El crecimiento del jabalí es un problema regional que afecta a toda la Patagonia. La experiencia neuquina podría ser replicada en Río Negro, Chubut o Santa Cruz, donde también se detectaron poblaciones importantes.


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El avance de especies invasoras genera desequilibrios con efectos difíciles de revertir. La falta de políticas específicas contribuye a agravar el panorama. Por eso, iniciativas como esta resultan valiosas.

Junín de los Andes podría convertirse en la primera ciudad patagónica en contar con una planta de estas características. El proyecto refleja la voluntad de intervenir con inteligencia frente a un problema ambiental creciente.

La carne silvestre no desaparecerá de la dieta regional. Pero sí puede mejorar su control, trazabilidad y formalización. El desafío es garantizar que llegue en condiciones sanitarias adecuadas.

El cuero de jabalí, sus derivados y hasta el turismo cinegético podrían potenciarse con este modelo. La clave será equilibrar intereses económicos con responsabilidad sanitaria y cuidado ambiental.

La fauna patagónica enfrenta múltiples amenazas. Algunas son naturales, otras fueron introducidas por el ser humano. El jabalí representa uno de los casos más complejos.

Frente a eso, la provincia de Neuquén busca actuar con firmeza. La planta de faena en Junín puede transformarse en una herramienta de control eficaz si recibe el respaldo necesario.

   

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