

Conarpesa: Un constructor de consensos irrumpe en la escena de la pesca
Actualidad20/05/2025

Darío Pedro Baroli volvió al centro del tablero pesquero argentino. Esta vez no lo hizo desde una consultora o una mesa de asesoramiento técnico. Ahora lo hace con un cargo formal. Baroli asumió la vicepresidencia de Continental Armadores de Pesca, una de las empresas más influyentes del país, tras la jubilación de Pablo Marina. La designación sorprendió a propios y ajenos. No por inesperada, sino por el peso simbólico que implica. El operador que durante años se movió en las sombras ahora firma desde un sillón corporativo.


Baroli fue uno de los armadores más activos de las últimas décadas. Desde comienzos de siglo, tejió alianzas con el poder político, armó estructuras técnicas y condujo sectores sensibles de la actividad. No ocupó cargos públicos, pero influyó en cada política pesquera de los últimos veinte años. Su nombre circuló entre despachos, cámaras empresarias y sindicatos, siempre con bajo perfil, sin estridencias ni apariciones públicas. Su método fue la estrategia silenciosa.
En 2008 creó, junto a Ernesto Azpillaga, D&E Consultora S.A. La oficina funcionó como usina técnica de la pesca. Por allí pasaron funcionarios, legisladores, empresarios y operadores de todos los colores. Se redactaron borradores de leyes, se diseñaron decretos y se moldearon normativas clave del sector. Baroli cultivó confidencialidad, lealtades y pragmatismo. No necesitó titulares, pero todos lo conocieron. Nadie lo subestimó.
La influencia de Baroli se consolidó en tiempos de Néstor Kirchner. Desde 2003, profundizó vínculos con el gobierno nacional. Fue interlocutor con poder de decisión, aunque no ocupó la primera línea. Fue presidente de la Cámara Langostinera Patagónica (CALAPA), empresa que ya no existe, pero que marcó una etapa. Participó en Arbumasa y fue vicepresidente de Kaleu Kaleu, compañías que operan en el corazón de la flota congeladora.
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Su mirada estratégica combinó lectura política, manejo gremial y conocimiento biológico del recurso. Baroli no solo negoció con funcionarios. También interpretó al calamar, al langostino y a los mercados. Comprendió los ritmos de la pesca y los de la política. Esa combinación no abunda. Por eso su figura genera atención, según indicó el sitio Parte de Pesca.
La noticia de su asunción se difundió este jueves. Una imagen lo mostró firmando el acta en la sede de la empresa. Fue la primera vez que se lo vio en una foto institucional. La exposición sorprendió, porque Baroli siempre evitó los focos. La escena fue leída como señal de posicionamiento. El silencio ya no alcanza. El momento pide otra visibilidad.
Continental Armadores atraviesa un tiempo clave. La empresa necesita conducción firme ante un escenario inestable. El sector enfrenta conflictos salariales, reclamos gremiales, tensiones por el reparto de cuotas y presiones del gobierno. Baroli asume con conocimiento, poder propio y capacidad de negociación.
Quienes lo conocen lo definen como un “constructor de consensos”. Dicen que no improvisa, que mide cada paso, que anticipa jugadas. Lo llaman “monje negro”, pero también “lector agudo de la realidad”. No hay acuerdo importante en el sector que no haya pasado por su mirada.
Su vínculo con Azpillaga fue central. Ambos tejieron una red técnica y política que marcó época. Azpillaga murió en 2020, pero su legado continúa. Baroli recoge ese testigo con experiencia, astucia y credibilidad. No llega para probarse. Llega para decidir.
En los pasillos de la pesca, la noticia corrió rápido. Algunos lo celebraron. Otros se preocuparon. Nadie fue indiferente. Baroli no genera consenso, pero genera atención. Su estilo no gusta a todos. Pero nadie duda de su eficacia.
El recambio generacional no lo dejó afuera. A diferencia de otros, Baroli se adaptó a los nuevos tiempos sin perder su estilo. Le habla a las nuevas generaciones sin romper con las viejas estructuras. Eso lo vuelve útil para empresas con intereses diversos.
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No se esperan discursos ni entrevistas. No es su forma. Habla poco, actúa mucho. Esa lógica se mantiene, incluso con cargo. Ahora deberá decidir con firma, no solo con influencia. Esa diferencia no lo incomoda. La asumió con naturalidad.
El contexto actual requiere figuras con cintura. El conflicto salarial en la flota congeladora exige mediación. Las negociaciones con gremios necesitan diálogo firme. Las cuotas de captura generan disputas. Baroli conoce esos pasillos. Los recorrió sin cargo, ahora lo hará con autoridad.
La industria espera definiciones. La política también. Los armadores buscan señales. Los sindicatos observan. El gobierno nacional mira con atención. La pesca no tolera improvisaciones. El margen de error es escaso. El costo de una mala jugada puede ser alto.
Baroli llega con espalda. No debe probar que sabe. Nadie le explica el sector. Nadie le marca el territorio. Lo caminó durante años. Lo moldeó en silencio. Ahora vuelve con otro rol, pero la misma lógica.
Continental apuesta a su experiencia. Lo necesita como interlocutor. Como mediador. Como estratega. No necesita figura decorativa. Necesita conducción. Baroli representa eso.
La escena nacional atraviesa turbulencias. El dólar impacta. Las tarifas presionan. La conflictividad gremial escala. El puerto necesita equilibrio. Las exportaciones no esperan. Cada decisión puede alterar el mapa.
Baroli conoce los nombres. Conoce los barcos. Conoce a los armadores, los brokers, los abogados, los fiscales. Conoce los pasillos. Por eso lo eligieron. Porque no necesita aprender. Porque ya lo sabe.
El futuro inmediato le exige resultados. No hay margen para la improvisación. La conducción empresaria necesita reflejos rápidos. El sector es volátil. Baroli lo sabe. Y por eso volvió.











