


Comprar un auto, una moto o un televisor cuesta casi el doble en Argentina. El dato surge de un informe reciente de la Fundación Mediterránea, que comparó precios internacionales y reveló diferencias alarmantes en el 91% de los casos analizados.


Los bienes durables figuran entre los más caros del mundo. Argentina encabezó el ranking de precios elevados en cuatro de los diez productos evaluados. El estudio incluyó autos, electrodomésticos, televisores y artículos de indumentaria. El problema golpea tanto al consumidor como a la industria local. Las familias pagan más por productos de uso cotidiano, mientras las empresas enfrentan mayores costos, menor inversión y una competencia global despareja.
Los precios en Argentina reflejan distorsiones estructurales. Entre las causas principales figuran altos aranceles a la importación, impuestos múltiples y una moneda local sobrevaluada.
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El sistema impositivo recarga cada etapa del proceso. Impuestos como el IVA, Ingresos Brutos, tasas municipales y tributos bancarios inflan el precio final sin mejorar la calidad del bien. La protección comercial impide una verdadera competencia. Las barreras a las importaciones crean un mercado cerrado, con pocos jugadores, poca variedad y precios artificiales.
El tipo de cambio también juega en contra. Una moneda fuerte frente al dólar encarece los productos transables, incluso los fabricados en el país. El impacto se nota en autos nacionales y en electrodomésticos ensamblados localmente.
Competitividad, un objetivo pendiente
La economía argentina pierde terreno en el comercio global. Con precios por encima del promedio, la inserción internacional se vuelve más difícil, y sectores clave ven limitadas sus oportunidades de expansión.
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Las empresas locales necesitan reducir costos, modernizar procesos y mejorar la eficiencia. Para eso, el Estado debe revisar su política económica y regulatoria. La Fundación Mediterránea advierte que sin una acción decidida, muchos sectores podrían volverse inviables. El informe subraya la necesidad de reformas que permitan bajar costos estructurales y promover condiciones más justas.
Un entorno competitivo exige reglas claras, presión fiscal razonable y mejor infraestructura. El desafío no admite demoras: la economía argentina necesita cambiar para sobrevivir.
Fuente: BAE









