

Hace 21.000 años en Argentina: “Las marcas en el hueso reescriben la historia”
Actualidad27/05/2025

La historia del poblamiento del continente americano acaba de cambiar. Nuevas evidencias encontradas en Argentina revelan que humanos habitaron el territorio miles de años antes de lo que se creía.


Un grupo de investigadores descubrió huesos con marcas de corte en un Neosclerocalyptus. Este animal, pariente lejano del armadillo, vivió durante el Pleistoceno y fue hallado en la ribera del río Reconquista.
El hallazgo no fue casual. Durante unas obras en las afueras de Buenos Aires, aparecieron los restos óseos que dieron pie a una investigación que ahora sacude al mundo científico.
Las marcas en la pelvis y el caparazón del animal no dejaban dudas. Tenían forma de “V”, eran profundas, rectas y coincidían con cortes realizados por herramientas de piedra.
Los científicos aplicaron análisis tridimensionales y morfológicos avanzados. Compararon las incisiones con las producidas experimentalmente por cuchillas de piedra y encontraron coincidencias exactas.
Las marcas no fueron provocadas por carnívoros, pisoteo ni erosión. Todo indica que fueron cortes intencionales, realizados con el objetivo de extraer carne del animal.
El hueso pélvico fue datado por radiocarbono. Su antigüedad se ubica entre 21.090 y 20.811 años. Mucho antes de lo estimado para la llegada de humanos a América del Sur.
Este hallazgo contradice la teoría del ingreso por el estrecho de Bering hace 15.000 años. El nuevo dato obliga a replantear rutas migratorias, cronologías y modelos de ocupación humana.
El hallazgo argentino se suma a otras evidencias previas. En México, Brasil y Estados Unidos aparecieron pistas que indican presencia humana anterior al modelo Clovis.
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Pero la novedad es la calidad de la evidencia. Las marcas de corte en Argentina son claras, sistemáticas y coherentes con un patrón de despiece animal.
No se encontraron herramientas en el sitio. Sin embargo, los investigadores creen que aún falta explorar gran parte del terreno y que podrían aparecer en excavaciones futuras.
El Neosclerocalyptus no era una presa fácil. Medía casi dos metros, pesaba unos 300 kilos y contaba con un caparazón óseo como protección.
Cazarlo o aprovechar su cuerpo exigía conocimiento, fuerza y organización. Este dato refuerza la idea de una cultura cazadora consolidada en plena era glacial.
El hallazgo se produjo en la región pampeana. Un área hasta ahora poco vinculada con ocupaciones humanas tan tempranas, lo que agrava el impacto del descubrimiento.
Los investigadores publicaron sus resultados en la revista científica PLOS ONE. El artículo fue revisado por pares y despertó interés internacional.
El estudio plantea una nueva cronología para la presencia humana en América. Las preguntas sobre rutas migratorias y oleadas previas vuelven al centro del debate.
Si hubo humanos hace 21.000 años en el actual territorio argentino, ¿cómo llegaron? ¿Hubo más de una oleada? ¿Cuántas desaparecieron antes de dejar rastros más evidentes?
La hipótesis de un poblamiento temprano gana fuerza. La posibilidad de una entrada mucho más antigua al continente ya no puede descartarse.
Este tipo de descubrimientos obliga a reescribir parte del relato oficial. Ya no se puede sostener una única versión sobre la colonización del continente.
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Las implicancias van más allá de la arqueología. Cambian lo que sabemos sobre extinción de megafauna, adaptación humana al clima y desarrollo cultural temprano.
El Neosclerocalyptus era parte de esa megafauna. El hallazgo sugiere que los humanos pudieron influir en su desaparición mucho antes de lo pensado.
El análisis cuidadoso de las marcas en los huesos fue clave. Su orientación, profundidad y ubicación indicaban una acción humana deliberada.
Este es un hallazgo con valor científico y simbólico. Demuestra que la historia está viva, y que aún se pueden encontrar respuestas bajo nuestros pies.
Los especialistas ya planifican nuevas campañas en la zona. Buscan ampliar la excavación y hallar más evidencias que confirmen la ocupación humana temprana.
También hay interés en comparar este sitio con otros hallazgos sudamericanos. Las conexiones regionales podrían arrojar más pistas sobre el movimiento humano en el continente.
La historia no es una línea recta. Es un mapa de rutas, huellas y encuentros. Y este descubrimiento lo demuestra con claridad.
La Patagonia, las pampas y otras regiones podrían tener más secretos. Este caso anima a mirar con otros ojos restos que antes no despertaban sospechas.
Unas simples marcas en un hueso pueden abrir nuevas narrativas. Y eso ocurrió esta vez, con un armadillo gigante como testigo fósil del pasado humano más remoto.
La prehistoria de América está en plena revisión. La ciencia sigue excavando. Y los huesos hablan.









