Crecen las importaciones de carne de Brasil y Paraguay

Actualidad30/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
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Crecen las importaciones de carne.

Las importaciones de carne marcaron un récord histórico. Entre enero y abril, ingresaron 5.300 toneladas. En el mismo período del año pasado fueron apenas 576. El salto fue del 820 por ciento.

El 85% de esa carne proviene desde Brasil. Así lo indicó el experto ganadero Andrés Costamagna. También llegaron cortes desde Paraguay y Uruguay. Todos con precios más bajos que los locales.

Costamagna fue contundente: “Nunca vimos esto”. Las cadenas de supermercados ya venden asado brasileño. También cuadril, nalga y carne para hamburguesas. Todo importado. Todo más barato.

Desde Paraguay llega trimming para hamburguesas. Desde Uruguay, cortes para milanesas. Desde Brasil, de todo un poco. “Muy variado”, explicó Costamagna.

Los precios muestran una diferencia enorme. Un kilo de carne paraguaya cuesta u$s3,3. La uruguaya u$s3,8. La brasileña u$s3,6. En carnicerías argentinas el kilo promedio llega a $12.000, o sea, unos u$s10.

El kilo de asado bajó en supermercados. Se ofrece entre $7.300 y $9.000 los fines de semana. El abastecimiento externo genera nuevas promociones. Es carne extranjera. Pero con precio competitivo.

El Gobierno celebra la baja en góndolas. Las ofertas aparecieron en cadenas grandes. Los cortes más populares muestran una leve estabilidad. No ocurre lo mismo en carnicerías barriales.


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Las importaciones también crecieron en cerdo y pollo. En cerdo, el salto fue del 425%. En carne aviar, del 341%. Todo aumentó de forma explosiva en el primer cuatrimestre.

La carne extranjera gana espacio en las heladeras. Antes era marginal. Ahora aparece en los afiches, en los folletos y en los changuitos. El consumidor empieza a adaptarse.

Brasil mejoró su estatus sanitario. Desde el 1° de abril es país libre de fiebre aftosa sin vacunación. Eso facilita las exportaciones. También abre mercados y reduce controles.

Costamagna destacó el nuevo contexto brasileño. “Esto permite mejorar su estatus sanitario”, explicó. La carne brasileña ya compite de igual a igual con la local, pero con ventaja en precios.

El tipo de cambio favorece las compras externas. Algunos economistas hablan de atraso cambiario. Eso vuelve más barata la carne que llega desde el Mercosur.

El plan oficial busca contener la inflación. Aumentar la oferta y diversificar el origen. Bajar precios por competencia directa. La estrategia se basa en volumen, no en subsidios.

Los frigoríficos locales están en alerta. Advierten sobre los riesgos de esta política. El ingreso de carne barata podría afectar el nivel de faena nacional.

Productores ganaderos piden medidas de protección. No rechazan la competencia. Pero exigen reglas claras. Quieren evitar un desarme del sector por una ola de importaciones.

La Sociedad Rural sigue el tema de cerca. Algunos directivos advierten sobre efectos a mediano plazo. Si la carne importada se impone, el rodeo local podría caer.


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El consumo interno también cambia. Algunos consumidores priorizan precio. Otros buscan origen. La etiqueta “producto brasileño” aparece en muchas góndolas. No todos la ven con agrado.

El asado nacional pierde protagonismo en la mesa. Antes era símbolo de identidad. Hoy compite con versiones extranjeras más accesibles. El debate cultural ya comenzó.

Los carniceros tradicionales sienten el impacto. Sus precios no bajaron. Sus ventas tampoco suben. Los clientes buscan promociones. Muchas veces, no las encuentran en la carnicería de siempre.

La oferta externa se concentra en grandes cadenas. No llega a todos los barrios. La competencia es desigual. Las carnicerías locales siguen siendo el primer canal para muchas familias.

Los economistas miran el fenómeno con interés. Las importaciones bajaron precios. Pero aún no alteran el índice general. La carne sigue representando una parte clave en el gasto mensual.

El INDEC registró estabilidad en el rubro carne. Las estadísticas reflejan el efecto. La inflación bajó en cortes populares. El Gobierno lo vincula directamente con las compras externas.

El sector cárnico exige diálogo con el Estado. Pide un plan integral. No sólo importaciones. También fomento al productor, financiamiento y mejora de la cadena logística.

Los precios al público siguen lejos del ideal. A pesar de las ofertas, muchos argentinos no acceden a la carne. Los ingresos reales caen. La dieta también se ajusta.

Algunos plantean el riesgo de desinversión. Si la importación domina, el productor local reducirá su actividad. Ya ocurrió con otras industrias. El campo teme repetir esa historia.

El debate sobre el modelo cárnico sigue abierto. ¿Es sostenible importar carne en un país productor? ¿Cuál es el límite? ¿Cuándo empieza el daño estructural?


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Brasil, Paraguay y Uruguay ganan terreno. Sus costos son más bajos. Sus sistemas productivos, más competitivos. Argentina enfrenta un dilema entre precios y soberanía alimentaria.

Las góndolas ya muestran un cambio de época. El asado del domingo puede venir en camión desde San Pablo. Una postal impensada hace unos años.

Los consumidores deciden con su bolsillo. La carne es parte de la identidad argentina. Pero también del presupuesto. La tensión entre tradición y necesidad sigue creciendo.

El sector ganadero reclama previsibilidad. No rechaza la competencia. Pero exige un horizonte. Porque “nunca vimos esto con la carne”, y nadie sabe hasta dónde puede llegar.

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