
“Volvería sin dudar”: la historia y la charla con un excombatiente en Madryn
Chubut19/06/2025


Julio Céspedes tenía 18 años cuando lo enviaron al sur para hacer el servicio militar. Era 1982, no sabía que su destino iba a ser Malvinas ni que terminaría preso en un buque inglés. Cuatro décadas después, volvió a Puerto Madryn por primera vez desde aquel histórico 21 de junio.

“Nos mandaron sin saber nada. Solo pensábamos que era una instrucción más”, contó en diálogo con #LA17 desde el Centro de Excombatientes. El viaje lo llevó desde Comodoro a Puerto Argentino y de allí a la soledad de una guerra que comenzó de golpe y sin información. “Cuando subimos al Hércules supimos a dónde íbamos”, recordó.
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Una vez en las islas, lo asignaron al Regimiento 8 de Infantería, compañía B. Cargaba armamento y municiones, sin experiencia real ni preparación suficiente. “Había compañeros que no habían visto un arma hasta ese momento”, relató. Las órdenes eran improvisadas, el armamento escaso y los mandos, muchas veces desorientados.
“Pasamos hambre, frío y estaqueos. Fui carne de cañón”, dijo sin rodeos. Contó que sobrevivían comiendo sobras, incluso carne cruda de animales muertos, porque no había otra opción. Los helicópteros lanzaban provisiones al azar y la comida caía donde podía. El hambre era constante, la sed también.
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“No sabíamos si estábamos ganando o perdiendo”, explicó. Mientras Puerto Argentino ya se había rendido, muchos regimientos seguían combatiendo sin noticias. Recién cuando les ordenaron entregar las armas entendieron que la guerra había terminado. “Nos cruzaron en un lanchón al buque inglés y nos trasladaron”, explicó.
El Canberra los llevó de regreso al continente. Durante el trayecto les permitieron bañarse, los alimentaron y trataron con respeto. “No sabía cuánto había bajado de peso hasta que me vi en el espejo”, dijo. En Madryn bajó del barco sin entender dónde estaba. Recién cuando lo abrazó la gente del sur supo que había vuelto.
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“No me imaginaba tanto amor. El pueblo nos dio lo que el Estado nos negó durante 43 años”, expresó. En Córdoba, su madre lo daba por muerto. Cuando apareció, todo el barrio fue a abrazarlo. “Ese recibimiento fue lo más grande que me pasó”, recordó emocionado.
Hoy, recorre escuelas, municipios y centros comunitarios para contar su historia. “Luchamos por los que quedaron allá. Esto no fue en vano”, afirmó. Desde Madryn hasta Caleta Olivia, su testimonio llega a cada rincón que quiera escucharlo. “Si tuviera que volver, volvería sin dudar”, cerró.









