
El monóxido de carbono sigue matando: más de 500 muertos por año en Argentina
Actualidad02/07/2025

Cada año, cientos de personas mueren en Argentina por una causa tan invisible como mortal: el monóxido de carbono. Se trata de un gas que no tiene olor ni color, y que puede acumularse en ambientes cerrados cuando los artefactos de calefacción funcionan mal o están mal instalados. Según datos oficiales, se reportan más de 4.000 intoxicaciones por año y alrededor de 500 muertes, muchas de ellas evitables si se aplicaran simples medidas de prevención en los hogares.

El monóxido de carbono (CO) se genera cuando se quema de forma incompleta cualquier combustible: gas, leña, carbón, querosén. Por eso, los calefactores, estufas, braseros y cocinas a gas representan un riesgo si no están en buen estado o no tienen ventilación adecuada. En invierno, cuando se cierran puertas y ventanas por el frío, la acumulación del gas puede alcanzar niveles tóxicos sin que nadie lo note, y el resultado suele ser devastador.
El Ministerio de Salud alertó sobre el aumento de consultas médicas y hospitalizaciones por exposición a CO desde el inicio del 2024. Solo en el primer semestre del año se registraron más de 500 casos, y se estima que el total anual rondaría los 40.000. En 2023, el saldo fue trágico: unas 200 muertes, mayormente en viviendas precarias o sin control técnico de los artefactos. La mayor parte de las víctimas no supo que estaba en riesgo hasta que fue demasiado tarde.
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“El monóxido entra por la respiración y reemplaza al oxígeno en la sangre. Eso se llama hipoxia y afecta principalmente al corazón y al cerebro”, explicó la doctora Valeria El Haj. Es por eso que los primeros síntomas de intoxicación suelen confundirse con una gripe común: dolor de cabeza, náuseas, mareos, debilidad, sueño. En muchos casos, las personas se acuestan a descansar sin saber que no van a despertar.
Los grupos más vulnerables son los niños, adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias o cardíacas. En estas poblaciones, la intoxicación avanza más rápido y puede dejar secuelas neurológicas irreversibles, incluso si no llega a ser mortal. En ese sentido, la prevención no es un acto de precaución: es una cuestión de vida o muerte.
Para evitar estas tragedias, las recomendaciones son concretas: ventilar a diario, revisar estufas con gasistas matriculados, no usar hornos para calefaccionar y verificar que las llamas sean siempre azules. Las manchas negras en la pared, las llamas anaranjadas y el olor a gas son señales de alerta que no deben ignorarse. También es aconsejable instalar detectores de monóxido de carbono en los ambientes principales del hogar.
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“El monóxido no avisa. No se ve, no se huele, pero mata. La prevención es la única herramienta que tenemos”, remarcó El Haj. Si se sospecha de una intoxicación, hay que salir de inmediato al aire libre, ventilar los espacios y acudir a un centro de salud. No se debe permanecer en la vivienda ni subestimar los síntomas, ya que una exposición prolongada puede causar daños severos en minutos.
Fuente: NA.









