

Una banda que no existe, un millón de oyentes y una gran mentira digital
Otros Temas05/07/2025


The Velvet Sundown apareció de la nada, subió dos discos en menos de tres semanas y alcanzó casi un millón de oyentes mensuales. Pero nada era real. Ni el cantante, ni los músicos, ni siquiera la música. Todo fue creado con inteligencia artificial. Un engaño intencional dirigido a medios de comunicación, y una pregunta incómoda: ¿qué es real en la era digital?

“Es marketing. Es troleo”, confesó Andrew Frelon, el supuesto vocero de la banda, quien se presentó ante Rolling Stone como parte del proyecto. En una nota publicada en Medium, explicó que la música salió de Suno, un generador de música por IA, y que el objetivo nunca fue artístico, sino exponer el funcionamiento del sistema.
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Los dos álbumes —Floating On Echoes y Dust And Silence— circularon en plataformas como si fueran de una banda nueva que venía a renovar el indie con estética nostálgica. Todo muy medido, hasta el guiño falso a Billboard: “suena como el recuerdo de algo que nunca viviste”, decía una cita inexistente.
El experimento funcionó. La música, armada con fórmulas preestablecidas, se filtró en las listas de reproducción automáticas como Discover Weekly y comenzó a sonar en cuentas de miles de usuarios. “No gestiono Spotify, pero entramos en varias playlists grandes, y desde ahí todo despegó”, dijo Frelon.
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El golpe final llegó con la admisión pública: fue una farsa. Pero no una cualquiera. El autor dice que se inspiró en “engaños artísticos” como el de Los 13 de Leeds, un grupo de estudiantes británicos que fingieron despilfarrar becas solo para exponer a los tabloides. “Vivimos en una era donde lo falso impacta más que lo auténtico”, escribió.
Frelon planteó un debate inquietante: “¿Deberíamos ignorar esta mezcla entre lo real y lo fabricado, o sumergirnos en ella y aceptarla como parte del lenguaje nativo de internet?”
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Spotify, por ahora, no emitió declaraciones. Pero The Velvet Sundown sigue ahí, con sus discos cargados y miles de oyentes que quizás no saben que fueron parte de un experimento de manipulación digital.
Fuente: Ámbito









