
Trump lanza aranceles globales y la Argentina queda expuesta en acero y aluminio
Actualidad07/07/2025

Donald Trump reactivará su ofensiva arancelaria desde este martes 9 de julio y Argentina quedó en una posición frágil. Si bien el Gobierno de Javier Milei logró acuerdos para mantener tasas cero sobre más de 100 productos, el acero y el aluminio locales seguirán gravados con un arancel del 50%, lo que pone en jaque a uno de los principales sectores industriales del país.
Las nuevas medidas tarifarias se inscriben en un plan más amplio que Washington definió como “aranceles recíprocos”. Trump ya adelantó que cubrirán a todos los países que no hayan cerrado acuerdos bilaterales antes de la fecha límite. “Cubrirá completamente a los socios comerciales no cerrados con anticipación”, confirmó el secretario del Tesoro Scott Bessent.
Desde abril, la Casa Blanca suspendió por 90 días los gravámenes más altos para dar margen a negociaciones. Algunas naciones, como el Reino Unido, India o Vietnam, avanzaron con pactos marco, pero otros socios quedaron al margen. Argentina, aunque mostró sintonía diplomática con la administración republicana, sólo obtuvo exenciones parciales.
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El acero nacional pasará a pagar un arancel del 50%, cuando hasta hace meses estaba en el 25%. La decisión golpea de lleno a la industria siderometalúrgica local, ya castigada por la suba de costos internos y la caída de demanda global. El aluminio también queda alcanzado por el sobrearancel. Ambos sectores concentran buena parte del valor agregado de las exportaciones industriales del país.
Según fuentes diplomáticas, Argentina logró evitar nuevos aranceles sobre entre el 70% y el 80% de sus envíos a Estados Unidos. La lista beneficiada incluye productos agroindustriales, vinos, frutas, carnes, insumos farmacéuticos y algunos derivados químicos. Pero el alivio parcial no oculta la presión creciente sobre rubros estratégicos.
J.P. Morgan estimó que la nueva carga tarifaria totalizará u$s82.300 millones y que gran parte del peso recaerá sobre importadores y consumidores estadounidenses. La medida impactará en los precios internos, las cadenas de suministro y la estabilidad laboral de empresas expuestas al comercio exterior.
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En el plano local, la incertidumbre también se refleja en los mercados. En abril, cuando Trump anunció su “Día de la Liberación Comercial”, el Merval cayó 8,2% y el riesgo país trepó a 915 puntos. Se espera una reacción similar si los aranceles más altos entran en vigor sin nuevas excepciones.
El Gobierno argentino, alineado políticamente con Washington, adoptó buena parte de los criterios propuestos en materia comercial. Milei defendió el modelo de reciprocidad tarifaria, aunque advirtió que podría apelar a instancias multilaterales si las medidas afectan de forma discriminatoria los intereses nacionales.
El escenario más probable, según analistas, es una desaceleración de las exportaciones industriales argentinas hacia Estados Unidos en los próximos meses. También se esperan renegociaciones sector por sector, en busca de nuevos acuerdos puntuales que permitan sostener mercados abiertos para manufacturas con valor agregado.
La medida, que promete recaudar desde agosto, ya genera tensión entre aliados y socios globales. Incluso los sectores estadounidenses afectados presionan contra la medida, temiendo efectos adversos sobre el empleo y la inflación. Pero en la lógica electoral de Trump, los aranceles aparecen como herramienta de campaña más que como instrumento comercial.







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