
La mitad de las rutas argentinas está en mal estado y nadie se hace cargo
Actualidad14/07/2025

La red vial argentina se encuentra al borde del colapso. El 50 % de las rutas del país está en condiciones deficientes y el deterioro avanza sin freno. Sergio Ruppel, presidente de la Fundación Profesional para el Transporte, expuso el problema con crudeza: “La situación es desesperante”.

Según Ruppel, este deterioro no es nuevo ni sorpresivo. “Las rutas vienen deteriorándose desde hace mucho tiempo”, sostuvo. Asegura que el problema estructural se agravó por la desatención estatal y la falta de planificación a largo plazo.
El especialista recalcó que la red vial nacional se mantiene estancada desde hace décadas. “Tenemos la misma cantidad de rutas que hace 30 años, pero el tránsito se multiplicó”, explicó. La falta de adaptación al crecimiento vehicular genera embotellamientos, accidentes y costos económicos altísimos.
En ese contexto, Ruppel apuntó directamente al desmantelamiento de Vialidad Nacional. “Vialidad está desactivada de hecho. No interviene de manera significativa desde hace años”, denunció. Y alertó sobre una consecuencia inmediata: la ausencia del Estado en emergencias viales.
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El abandono no se limita al pavimento. También desapareció la asistencia en casos de cortes por nieve, accidentes o desastres climáticos. Zonas como la cordillera o el norte rural quedaron sin presencia estatal en momentos críticos.
Frente a este vacío, el Gobierno propone trasladar la gestión a las provincias. Ruppel lo considera inviable: “Las provincias no pueden sostener hospitales ni escuelas. Mucho menos hacerse cargo de las rutas”, advirtió.
Tampoco cree que el mercado ofrezca soluciones. “Cuando intentaron concesionar rutas a privados, nadie las quiso tomar. Están destruidas y exigen inversiones imposibles de recuperar”, dijo. La ecuación no cierra: gastos altísimos, ingresos inciertos, peajes impagables.
El modelo de concesión presenta otro límite. “Los privados solo invierten donde hay tránsito intenso. No van a meterse en lugares como Pino Hachado, donde la rentabilidad no existe”, remarcó. Allí, la presencia estatal resulta imprescindible.
El deterioro vial tiene una cara trágica: los accidentes. “¿Quién no tiene un familiar o amigo que sufrió un siniestro vial?”, se preguntó. Y fue más allá: los costos no son solo humanos. La accidentología genera gastos millonarios en salud pública.
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“Cada accidente implica ambulancias, cirugías, terapias, traslados. Es dinero del Estado que podría evitarse si las rutas estuvieran en condiciones”, afirmó. Para él, invertir en rutas también es una política sanitaria.
Ruppel cuestionó además el rumbo estratégico del Estado nacional. “Estamos desmontando un organismo que cumple un rol estructural en la integración territorial del país”, sostuvo. La desactivación de Vialidad Nacional no se reemplazó por ninguna otra estructura sólida.
El especialista exige una respuesta urgente. “Si no se actúa ya, el colapso de la infraestructura vial va a generar consecuencias gravísimas”, advirtió. Cree que aún se está a tiempo, pero con cada día que pasa, la situación empeora.
A su entender, el país necesita una política federal de infraestructura que combine planificación, presencia estatal y recursos genuinos. “No alcanza con repavimentar. Hace falta una estructura que sostenga el sistema en todo el territorio”, concluyó.
Por ahora, las rutas siguen deteriorándose. Y cada kilómetro que se rompe sin reparación multiplica el riesgo. “No se trata solo de asfalto. Se trata de vidas humanas y de un país que necesita estar conectado”, finalizó.









