Cómo la izquierda argentina transformó y politizó la lucha por los derechos humanos

La defensa de los derechos humanos en Argentina no surgió como un simple giro ético tras la dictadura, sino como una continuidad del proyecto político de la nueva izquierda. Así lo analiza el sociólogo David Copello en el podcast Escala en París de Radio Francia Internacional, donde expone cómo antiguos cuadros militantes reconfiguraron su estrategia de acción bajo el lenguaje del derecho y la memoria.

“Lo que se presenta como un activismo despolitizado es, en realidad, una transformación del mismo proyecto revolucionario”, sostiene Copello, autor del libro Los derechos humanos armados. El informe rastrea este proceso desde los años 60, pasando por la dictadura del 76 y los años de democracia, para mostrar cómo la izquierda argentina canalizó sus objetivos a través de la defensa de presos políticos, las denuncias internacionales y la construcción de un discurso histórico con fuerte peso institucional.

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Durante los años de plomo, la represión militar obligó a parte del activismo a exiliarse y volcarse a la denuncia desde el exterior. En 1976, mientras en Argentina se desataba el terrorismo de Estado, se fundaba en París la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU), encabezada por figuras como Rodolfo Mattarollo. Ese grupo trasladó el conflicto a los foros internacionales y redefinió su militancia con un discurso legalista y transnacional, sin abandonar su visión política del conflicto.

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Luis Duhalde, exsecretario de Derechos Humanos entre 2003 y 2012, fue uno de esos militantes que transitó de la abogacía revolucionaria a la institucionalización del reclamo. Proveniente del peronismo combativo, defendió presos políticos en los años 70 y participó de una generación que, sin renunciar a su pasado, adoptó nuevas formas de acción tras el regreso democrático. “Es un personaje clave para entender la continuidad entre militancia revolucionaria y política de derechos humanos”, explicó Copello.

El quiebre más visible ocurrió en 2003, con la asunción presidencial de Néstor Kirchner, quien adoptó el discurso de los organismos de derechos humanos como base de legitimidad política. En su discurso inaugural en la Casa Rosada, Kirchner se reivindicó como parte de “una generación diezmada”, y desde allí impulsó la reanudación de los juicios a militares, aumentó el presupuesto del área y marcó una distancia institucional con las fuerzas armadas.

“En política se instrumentalizan cosas. Lo importante es ver cómo”, argumenta Copello al analizar el vínculo entre kirchnerismo y derechos humanos. Para él, más que una utilización oportunista, hubo una integración ideológica. El lenguaje del derecho y de la memoria sirvió para continuar un proyecto político que antes hablaba de revolución y que, luego, habló de justicia y reparación.

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La historia del vínculo entre la izquierda armada y la causa humanitaria no se limita a la Argentina, pero aquí adquiere una singularidad por su impacto estatal. Los organismos surgidos del exilio y del dolor familiar pasaron a ocupar cargos, presupuestos y espacios centrales en la política nacional, sin por ello abandonar su mirada crítica sobre el pasado reciente y el presente institucional.

La investigación propone mirar ese proceso sin prejuicios: ni como traición a los ideales ni como maniobra electoral. Lo que emergió en los 80 fue una nueva forma de militancia, con otras herramientas, pero muchas veces con los mismos protagonistas y objetivos de base. La represión, el exilio y la transición marcaron ese giro, que aún hoy estructura parte del debate público argentino.

Material publicado por gentileza Radio Francia Internacional