
“Fue una masacre”: el reclamo de un padre por la muerte de su hijo tras recibir fentanilo contaminado
Actualidad01/08/2025
REDACCIÓN
“Fue una movilización muy fuerte. Lo hicimos para romper con este silencio que tanto ruido hace”. Con esas palabras, Daniel Gustavo Oviedo describió la marcha que encabezó en La Plata junto a otros familiares de víctimas del fentanilo contaminado. Su hijo, también llamado Daniel, falleció tras ser internado y recibir una medicación que más tarde fue identificada como adulterada.


El caso sigue sin imputados ni una carátula clara, mientras las familias esperan respuestas. Oviedo aseguró: “Hay más información en los medios que en el expediente”, en referencia a la lentitud judicial y a la ausencia de avances concretos en la causa, que involucra a los laboratorios Ramallo S.A. y HLB Pharma.
El paciente, que llevaba 16 años en diálisis crónica, había ingresado al hospital en febrero por una descompensación, pero mostró signos de recuperación antes de recibir la droga. Según su padre, “el 13 de abril se comunicaba bien, estaba reactivo. Una semana después ya era otro paciente, hinchado, con reacciones alérgicas”.
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La situación se agravó hasta el fallecimiento, cuando una bacteria no detectada a tiempo terminó por colapsar su estado de salud. El diagnóstico certero llegó recién cuando el Instituto Malbrán analizó la sustancia administrada, señalando su contaminación como posible causa del deterioro.
Oviedo denunció la circulación de miles de ampollas sin trazabilidad y la falta de control sobre los laboratorios implicados. Aseguró que “cuando les incautaron 5 kilos de materia prima, dijeron que la destruyeron porque estaba vencida. Nadie les pidió explicaciones”.
Los informes apuntan a 54 muertes confirmadas y más de 40.000 ampollas aún no localizadas, con alcance en Buenos Aires, Santa Fe y Neuquén. El riesgo sanitario es alto y el avance judicial sigue estancado, según los testimonios de los familiares.
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El dolor de Oviedo se hace presente en cada frase, pero también su voluntad de exponer el caso. “Mi hijo tenía 44 años, era la cabeza de familia, un tipo lleno de luz, solidario, fanático de Estudiantes. Ahora tengo que hablar de él y lo tengo en una cajita”, expresó con crudeza.
Para él, la lucha apenas empieza: “Queremos que la Justicia avance y que esto no quede impune. No se puede tapar con silencio una tragedia de este tamaño”. La historia se multiplica en decenas de hogares, sin respuestas ni consuelo.
Fuente: NA.
















