
China intensifica su control en Tíbet con la sucesión del Dalái Lama en la mira
PODCASTS Radio Francia Internacional22/08/2025
REDACCIÓN
El podcast Escala en París de Radio Francia Internacional analizó la visita de Xi Jinping a Lhasa, donde encabezó un acto multitudinario para conmemorar seis décadas de dominio chino sobre el Tíbet. El presidente chino llamó a la “unidad interétnica” y reclamó guiar al budismo tibetano hacia la “adaptación a la sociedad socialista”.


La investigadora Anna Ferrer, especialista en el conflicto, sostuvo que esa adaptación es más que un simple ajuste cultural: “Xi quiere lograr con el budismo tibetano lo mismo que con el resto de religiones permitidas en China”, explicó. El Partido Comunista, pese a su carácter ateo, autoriza el ejercicio religioso bajo marcos estrictamente regulados por el Estado.
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El trasfondo de esta política se vincula directamente con la sucesión del Dalái Lama, que a los 90 años continúa en el exilio en India. El líder espiritual llegó a sugerir que “podría no reencarnarse”, abriendo la posibilidad de un vacío que Pekín busca llenar. El riesgo de que surjan dos candidatos —uno respaldado por el exilio y otro por China— aparece cada vez más latente.
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Para sustentar su posición, Pekín se ampara en el llamado “proceso de la urna de oro”, un mecanismo de designación de sucesores que data de la dinastía Qing. La vocera del Ministerio de Exteriores, Mao Ning, defendió que “es la única herramienta válida para designarlo”, dejando en claro que el gobierno chino no cederá el control.
La comunidad internacional observa con atención este escenario, en el que podría producirse una fractura dentro del propio budismo tibetano. “Es posible que exista una fragmentación entre un candidato elegido por el gobierno tibetano en el exilio y otro con apoyo de Pekín”, advirtió Ferrer.
El antecedente más claro fue el caso del Panchen Lama. El candidato designado por el exilio desapareció en 1995 y nunca más se supo de él. En su lugar, Pekín impuso a su propio candidato, mientras que el exilio sigue reconociendo la legitimidad del niño desaparecido.
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Esa división refleja cómo el control religioso se convirtió en una herramienta de poder político. “El gobierno chino quiere terminar de ejercer un control efectivo sobre la religión budista tibetana, desde la práctica de los fieles hasta la jerarquía religiosa”, sostuvo Ferrer en diálogo con RFI.
Históricamente, las relaciones entre Tíbet y China alternaron etapas de autonomía con períodos de fuerte subordinación. Desde 1949, con la llegada de Mao Zedong, el avance de Pekín en el territorio no dejó de profundizarse. De la capacidad de imponer sus reglas en la sucesión dependerá la autonomía espiritual del Tíbet.
Material publicado por gentileza Radio Francia Internacional
















