Actualidad Por: Sergio Bustos26/03/2025

LA FLOTA TANGONERA SIGUE PARALIZADA EN MEDIO DEL CONFLICTO

El SOMU convocó a una asamblea extraordinaria en Mar del Plata. La pesca de langostino continúa frenada por diversos motivos especialmente sindicales.

El levantamiento de la suspensión a la pesca de langostino fuera de la Zona de Veda Permanente de Juveniles de Merluza no reactivó la actividad. Los buques siguen inactivos, sin operaciones ni armados de aparejos. La imagen es clara: muelles llenos, bodegas vacías.

Los motivos no son técnicos, sino económicos. Las cámaras empresarias reconocen que operar bajo estas condiciones implica asumir pérdidas millonarias. Los costos de salida al mar no se compensan con los precios internacionales actuales. La demanda global no reacciona y el producto argentino, aunque de calidad, dejó de ser competitivo.

El presidente de Conarpesa, Fernando Álvarez, fue tajante: “Nadie tiene la obligación de sacar los barcos para perder dinero”. La frase circula en los pasillos de las empresas y se repite entre los capitanes. El langostino congelado a bordo no da los márgenes esperados. La ecuación es deficitaria y la incertidumbre se profundiza.

Paradójicamente, las mismas empresas que frenan hoy sus barcos fueron protagonistas del récord de capturas en la modalidad fresco. Más de 106.000 toneladas entre noviembre y mediados de marzo. Sin embargo, el congelado a bordo no acompaña ese éxito. El costo del proceso, sumado a la caída de precios y el exceso de oferta mundial, lo transformaron en una opción inviable.

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En este contexto, el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) activó su propia respuesta. Ayer, en pleno feriado, Oscar Bravo, secretario general de la seccional Mar del Plata, caminó los muelles y evaluó de primera mano la situación de los tangoneros. Más tarde, convocó públicamente a una asamblea extraordinaria.

“No somos la variable de ajuste”, escribió en su estado de WhatsApp. La convocatoria se realizó para hoy, martes 25 de marzo, a las 10 de la mañana, bajo la galería de silos en el espigón 3, sección 12a del puerto marplatense. El mensaje se dirigió a todos los tripulantes de buques tangoneros congeladores.

El objetivo del gremio es claro: defender el Convenio Colectivo de Trabajo vigente y exigir que no se toque el salario de la marinería. La propuesta patronal apunta a reducir costos, y el gremio teme que eso implique bajar haberes. La línea que sostiene Bravo y su gente es mantener el precio de referencia en 5.800 dólares por tonelada de langostino congelado a bordo.

La tensión no solo es laboral, también es humana. Muchos tripulantes llevan más de seis meses sin subir a un barco. La falta de convocatorias por parte de las empresas los mantiene al margen de la zafra. La desesperación crece entre quienes necesitan trabajar para sostener a sus familias.

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En este escenario, flotan dos preguntas clave: ¿hay langostino disponible para capturar? ¿Y hay mercado para venderlo? Consultado por La 17.com, un gerente comercial de una firma de capitales españoles sostuvo que “el mercado está muy tranquilo. Siempre hubo demanda del L1, pero el resto está muy ofrecido. Los precios no van a subir porque el problema no es la oferta, sino la competencia del cultivo”.

La competencia del langostino de cultivo impacta de lleno sobre el producto salvaje. Según explicó, “el L2, el L3 y los menores directamente no tienen mercado. Si Argentina pesca o no, al mercado internacional no le mueve la aguja. El problema vino para quedarse. Hay que reacomodar los costos”.

Aunque el langostino argentino mantiene su prestigio, hoy el mercado pide otra cosa. El congelado a bordo perdió espacio. El marisco fresco todavía resiste, pero con limitaciones. La situación es crítica y requiere decisiones urgentes para no dejar caer una industria entera.

En los muelles también se nota otra cosa: menos langostino disponible. Según un experimentado capitán consultado por este medio, “después del temporal, las concentraciones se dispersaron”. Su barco descargaba merluza de buen tamaño el sábado, mientras explicaba por qué prefirió seguir en la pesca incidental.

Incluso los fresqueros evitan ir al langostino como objetivo. La razón: las famosas 72 horas de la resolución CFP N°7/2018, que limitan el tiempo de bodega y garantizan calidad, son una traba. Muchos prefieren capturar langostino en forma incidental mientras pescan merluza y así evitar restricciones adicionales.

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Las plantas de procesamiento tampoco reciben materia prima con regularidad. Hoy, el langostino congelado después de varios días de bodega termina destinado a procesos industriales: colas, pelado y desvenado. Se pierde calidad y se pierde valor. Es otra consecuencia de la crisis.

La pesquería de langostino fuera de la ZVPJM está abierta, pero los barcos siguen amarrados. La oportunidad está, pero el escenario desincentiva cualquier intento. La falta de incentivos, la incertidumbre cambiaria y el contexto político suman barreras.

La asamblea de hoy puede marcar un punto de inflexión. El SOMU se juega su rol en la defensa del trabajo. Las empresas aún no definen su próximo paso. Mientras tanto, la tensión flota en el aire de los muelles, como una red cargada que nadie se anima a levantar.

El conflicto tiene condimentos gremiales, económicos y estructurales. También está atravesado por la interna sindical previa a las elecciones del SOMU. Nadie quiere ceder terreno. Nadie se mueve sin garantías.

Lo que está en juego es el presente de cientos de trabajadores. Y también el futuro de una de las principales actividades exportadoras del país. La pesca de langostino congelado a bordo necesita respuestas. Pero por ahora, solo hay silencio y muelles llenos.