

Elon Musk volvió a lo más alto del mundo financiero. El dueño de Tesla, SpaceX y X alcanzó un patrimonio de 500.000 millones de dólares, una cifra que lo coloca en la historia. Ninguna persona había logrado semejante fortuna.


Después de un 2025 turbulento, con su fallida incursión política en el gobierno de Donald Trump, Musk decidió alejarse del poder y concentrarse otra vez en sus empresas. Esa decisión lo catapultó de nuevo al podio económico mundial.
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El salto se explica, sobre todo, por la recuperación del precio de las acciones de Tesla y la impresionante valoración privada de SpaceX. “Se han vendido 50.000 autos más que los fabricados”, aseguró Musk, aunque analistas sostienen que la producción se redujo durante el año.
La revista Forbes confirmó que Musk alcanzó el medio billón el jueves pasado, al actualizar su lista en tiempo real de multimillonarios. En diciembre de 2024 tenía “solo” 400.000 millones, por lo que aumentó su fortuna en 100.000 millones en apenas diez meses.
El repunte de Tesla fue clave: las acciones volvieron a los niveles previos a su aventura política, y el mercado retomó la confianza en su liderazgo. SpaceX, por su parte, alcanzó una valoración récord de 400.000 millones, con Musk como propietario del 42%.
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Detrás de él se ubica Larry Ellison, de Oracle, con 346.000 millones, seguido por Mark Zuckerberg, que acumula 243.500 millones. “Musk vuelve a marcar el rumbo del dinero y la tecnología mundial”, resumió un analista de Bloomberg.
También figuran Jeff Bezos y los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, todos beneficiados por la fiebre de la inteligencia artificial. La revolución tecnológica volvió a inflar las fortunas de Silicon Valley.
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El primer no estadounidense del ranking es Bernard Arnault, dueño de Louis Vuitton, en séptimo lugar, mientras que el español Amancio Ortega aparece duodécimo con 128.300 millones, gracias a su imperio Inditex.
Con su medio billón, Musk vuelve a desafiar los límites del capitalismo moderno. Su fortuna ya vale más que el PBI de países enteros, y su influencia sigue creciendo a velocidad de cohete.


















