Cómo se rearman las estrategias post elecciones ante un dólar incierto y un consumo frenado
Actualidad19/10/2025
REDACCIÓN
Consumo (Foto: AP - Natalia Díaz)
En la Argentina empresaria, el año se acerca a su fin con una sensación de desconcierto más que de planificación. En las reuniones de directorio ya no se debate cómo crecer, sino cómo resistir entre un dólar movedizo, tasas prohibitivas y un consumo que se estanca. El país entra en semanas decisivas, y los industriales admiten que no hay margen para grandes apuestas, solo para sostener la actividad en terreno incierto.
La primera variable que condiciona todo es el dólar, que dejó de ser referencia estable para convertirse en un termómetro del miedo. Empresarios de distintos sectores coinciden en que la incógnita sobre la política cambiaria posterior al 26 de octubre paraliza decisiones. Nadie sabe si habrá continuidad del esquema de bandas o una nueva corrección abrupta. Entre cálculos internos y pronósticos, las planillas de costos se vuelven ejercicios de adivinación.
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A falta de certezas, las proyecciones se mueven en un rango amplio. Algunas empresas ya trabajan con escenarios de un dólar cercano a $1.600 para fin de año, mientras otras marcan un techo tentativo de $2.000 para el primer trimestre de 2026. Los números varían según la expectativa política, pero el denominador común es el mismo: la volatilidad se volvió parte del día a día.
El segundo foco de inquietud es la tasa de interés, que afecta tanto a las industrias que buscan crédito como al consumidor que intenta financiar una compra básica. Desde la banca admiten que la morosidad en los préstamos crece mes a mes, mientras las familias ajustan sus gastos y priorizan lo esencial. El crédito personal, que durante años fue un alivio para los hogares, se redujo a una herramienta de emergencia.
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La caída del consumo se siente en todos los rubros. Los precios suben con retraso por temor a perder ventas, y muchas empresas prefieren absorber parte del costo antes que enfrentar un mercado vacío. Las consultoras que hasta hace meses proyectaban una expansión del 8% para 2025 hoy recortan sus expectativas a entre el 2% y el 3%. El rebote pospandemia ya se agotó, y la demanda interna muestra señales de fatiga.
El clima económico también se mide en el tono de los foros empresarios. En el Coloquio de IDEA, las exposiciones reflejaron un realismo frío: menos promesas, más preocupación por la rentabilidad. Martín Ticinese, de Cervecería y Maltería Quilmes, describió el año como “volátil” y advirtió que los cierres financieros pueden arrojar resultados opuestos según cómo se mueva el tipo de cambio en las próximas semanas.
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En paralelo, la industria manufacturera busca sostener el ritmo de producción. Martín Rappallini, presidente de la UIA, reconoció que el tercer trimestre fue el más difícil del año, con costos crecientes y márgenes mínimos. Su planteo fue pragmático: un crecimiento del 2% sería suficiente para cerrar 2025 sin caída, lo que ya se consideraría un alivio en un contexto recesivo.
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