
El Día de la Madre revela una realidad desigual en la salud materna del país
Actualidad19/10/2025
REDACCIÓN
En Argentina, el embarazo y el parto siguen siendo una de las experiencias más profundas y exigentes en la vida de una mujer, una vivencia que combina amor, vulnerabilidad y fortaleza. Aunque cada historia es distinta, todas comparten el mismo punto de partida: un proceso que transforma el cuerpo y la identidad, y que muchas veces expone las desigualdades del sistema de salud.


La gestación se extiende por unas cuarenta semanas y atraviesa un conjunto de cambios físicos y emocionales intensos. El cansancio, las náuseas, la ansiedad y la ilusión se mezclan en una montaña rusa de sentimientos que ponen a prueba la resistencia y la sensibilidad de cada futura madre. En ese recorrido se construye una nueva mirada sobre la vida, marcada por el deseo y el miedo, pero también por una fuerza interior que crece con el tiempo.
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El parto representa la culminación de ese proceso, un momento que conjuga dolor, esfuerzo y esperanza. La mujer atraviesa tres etapas —dilatación, nacimiento y alumbramiento— en las que el cuerpo y la mente trabajan al límite. En hospitales bien equipados o en salas rurales, el mismo acto biológico puede ser una experiencia de cuidado o de riesgo, según el contexto y los recursos disponibles.
La diferencia entre una experiencia segura y otra traumática todavía depende de dónde se nazca. Las provincias del norte argentino, como Corrientes y Formosa, mantienen tasas más altas de mortalidad materna, mientras que la Ciudad de Buenos Aires y la Patagonia muestran índices más bajos, reflejo de una desigualdad persistente en el acceso a la atención sanitaria.
Según datos oficiales, la tasa de mortalidad materna nacional se ubicó en 4,1 muertes por cada 10.000 nacidos vivos, y la perinatal ronda los 11 por cada mil nacimientos, con mejoras progresivas en algunas jurisdicciones. Sin embargo, los especialistas advierten que el impacto de la pandemia y las brechas estructurales del sistema dejaron una deuda pendiente en materia de equidad sanitaria.
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El control prenatal y la atención profesional durante el parto son pilares para reducir riesgos. Los avances tecnológicos, la vacunación materna y los programas de atención primaria mejoraron la cobertura, pero el seguimiento continuo y el acompañamiento respetuoso siguen siendo la clave para garantizar partos seguros y humanizados.
Más allá de las cifras, la maternidad es un viaje de amor y resistencia. Cada madre atraviesa un proceso distinto: algunas viven el parto con alegría, otras con temor o incertidumbre, pero todas enfrentan la misma exigencia de sostener la vida y adaptarse a lo desconocido. Ser madre implica también reinventarse, aprender a confiar y, muchas veces, hacerlo sin la red de apoyo suficiente.
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En este Día de la Madre, la reflexión trasciende la celebración. Reconocer el valor del embarazo y el parto implica también visibilizar las condiciones en que ocurren, exigir políticas públicas que garanticen igualdad de atención y valorar el esfuerzo cotidiano de quienes sostienen la vida en condiciones desiguales.

















