
Violencia en Río según un argentino: operativos, temor social y expectativa por nuevas represalias
Enfoques03/11/2025
REDACCIÓN
La entrevista en #MODO17 por #LA17 permitió mirar lo ocurrido en Río de Janeiro desde la experiencia cotidiana. “Este megaoperativo dividió opiniones en Brasil”, contó Agustín Viveros, argentino que vive en Juiz de Fora (Minas Gerais). “Una parte apoya la acción del gobernador Castro; otra la cuestiona por cómo se hizo y porque fue dentro de la comunidad”, resumió.


El testimonio hizo foco en la vida en las favelas. “No todos son criminales: hay familias que trabajan y viven oprimidas por grupos que cobran ‘cuotas’ para permitir que un kiosco o un puesto funcione”, dijo. “En esos lugares muchas veces no hay seguridad pública; mandan las facciones”, añadió, al mencionar al Comando Vermelho y al PCC como referencias del mapa delictivo.
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Viveros describió el impacto directo sobre la población. “Niños, jóvenes, madres y trabajadores quedaron en medio del operativo”, relató. “Mi esposa estudia en Río y escucha tiroteos con frecuencia”, ejemplificó, para dimensionar una rutina que convive con el turismo y la postal de la ciudad. “Río tiene una dualidad: es hermosa y, a la vez, hay zonas de acceso difícil”, planteó.
La conversación incluyó advertencias para visitantes. “Hay tours a favelas, pero entrar sin guía local es riesgoso”, señaló. También recogió voces de rechazo dentro de las propias comunidades: “Muchos moradores no quieren que se las muestre como un espectáculo”, contó, en referencia a circuitos que prometen “experiencias” barriales.
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El efecto del operativo se extendió a Minas Gerais. “Después de lo que pasó, la policía del estado reforzó controles en rutas para evitar traslados de integrantes de facciones”, dijo Viveros. “Hubo detenciones y controles a ómnibus y camiones”, agregó, al describir un refuerzo que busca impedir corrimientos delictivos hacia ciudades vecinas.
Viveros insistió en que la discusión excede la política de coyuntura. “Es difícil opinar sin sesgos, pero hay que ser empáticos con quienes viven esto todos los días”, afirmó. También reconoció el costo humano de las fuerzas: “Hubo bajas en la policía; detrás de cada uniforme hay una familia”, expresó, sin eufemismos.
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El cierre miró el corto plazo. “Nadie cree que las facciones se queden quietas”, sostuvo. “Ahora viene el trabajo de contener posibles represalias y ver cómo evoluciona la situación”, adelantó, mientras su entorno ajusta rutinas por prudencia. “Esta semana evitamos viajar a Río por seguridad”, contó.
Para Viveros, la fotografía de hoy exige información confiable y cuidados básicos. “No digo que no se pueda viajar; digo que hay que saber qué pasa y tomar precauciones”, subrayó. En paralelo, pidió no perder de vista a quienes viven en los márgenes: “Hay personas de bien que no tienen medios para irse y quedan atrapadas entre la economía informal y la violencia”

















