
Lula es criticado por su influencia climática en la COP30 mientras impulsa proyectos petroleros en el Amazonas
PODCASTS Radio Francia Internacional17/11/2025
REDACCIÓN
La tensión entre el discurso climático de Brasil y sus decisiones productivas volvió a quedar expuesta en la COP30, donde el país es anfitrión y uno de los principales temas es la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. La contradicción aparece en el análisis del podcast Enfoque Internacional de Radio Francia Internacional (RFI), que repasó cómo Lula da Silva combina logros ambientales reconocidos a nivel mundial con la habilitación de nuevas exploraciones petroleras en zonas sensibles del territorio brasileño.


El presidente llegó a la cumbre ambiental con el respaldo que otorgan los avances en la reducción de la deforestación amazónica, que cayó 11% entre agosto de 2024 y julio de 2025, un dato celebrado por especialistas y por organizaciones que siguen de cerca la política ambiental del país. Ese logro posicionó al Gobierno como actor central en la diplomacia climática, con un discurso activo en favor de la protección de los bosques y de la transición energética.
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Sin embargo, la agenda oficial generó controversias tras la decisión de habilitar permisos de exploración en el bloque 59, un sector de aguas profundas ubicado a 175 kilómetros de la desembocadura del Amazonas. La medida recibió críticas inmediatas de ambientalistas y científicos por los riesgos asociados a eventuales derrames en una zona donde confluyen corrientes fuertes y donde se ubican manglares que cumplen funciones esenciales para el ecosistema costero.
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Las advertencias no son nuevas. Desde 2017, según datos sistematizados por la organización Skytruth, Brasil registró 179 “derrames probables” detectados mediante imágenes satelitales. Ese historial alimenta la preocupación de expertos que señalan que un incidente en el bloque 59 tendría consecuencias imprevisibles por la profundidad del área y por la dinámica oceánica que dificulta pronosticar el desplazamiento del crudo en caso de fuga.
Entre las voces críticas se encuentra Ilan Zugman, director de 350.org para Brasil y Latinoamérica, quien sostuvo que “un derrame sería uno de los principales riesgos por la complejidad y la profundidad de dónde este petróleo puede estar”. También explicó que existe una enorme incertidumbre sobre el comportamiento del crudo en esa región y agregó que la presencia de manglares vuelve más vulnerables los ecosistemas locales. Zugman remarcó que “no sabemos para dónde ese petróleo podría ir” en caso de accidente.
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El Gobierno, sin embargo, se apoya en otro argumento. Brasil es el octavo productor mundial de petróleo y aspira a elevar ese volumen pese a que la Agencia Internacional de la Energía recomienda limitar nuevos proyectos de explotación. Para la gestión de Lula, la apertura de nuevas áreas podría generar 200.000 millones de dólares, fondos que —según afirma— permitirían financiar acciones vinculadas a la transición energética.
El pasado 24 de octubre, el mandatario defendió públicamente la decisión y afirmó que “si exigimos que se protejan los bosques y queremos reducir el uso de combustibles fósiles, una de las formas de hacerlo es utilizar el dinero del petróleo para consolidar la transición energética”. También señaló que “Brasil no va a desperdiciar una riqueza que puede mejorar la vida del pueblo brasileño”, en referencia al potencial económico de la explotación en el bloque 59.
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Zugman rechazó esa visión y recordó que los antecedentes de los campos petrolíferos del presal muestran resultados limitados. El referente ambientalista sostuvo que “si miramos la región sudeste de Brasil como San Paulo y Río, que más recibieron royalties del petróleo, estas ciudades no tienen buenos niveles de acceso a la salud, de seguridad, de educación”, por lo que cuestionó el impacto real de esos fondos en la calidad de vida. Además, apuntó que “explorar más petróleo para hacer la transición energética es algo que no tiene ningún sentido”, y citó un informe de INESC que reveló que menos del 1% de los ingresos del presal se destinó a ese tipo de políticas.
Las ONG ambientalistas y representantes de pueblos indígenas se expresaron en el mismo sentido y pidieron frenar los nuevos proyectos de exploración. También reclaman que los recursos dirigidos al sector petrolero se orienten hacia energías renovables y programas de protección territorial que permitan avanzar en una transición más rápida y sostenible.
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El debate expone una paradoja que Brasil deberá resolver mientras busca afirmarse como líder ambiental en el escenario internacional y, al mismo tiempo, sostiene una estrategia petrolera costosa en términos ambientales y políticos. Las decisiones tomadas en el bloque 59 marcarán parte del rumbo que adopte la región amazónica en los próximos años.
Material publicado por gentileza Radio Francia Internacional


















