
El film de Guillermo Francella, Homo argentum, cierra el certamen de Miami con una ovación que sorprende al festival
Otros Temas23/11/2025
REDACCIÓN
La sala del Koubek Center vibra desde el primer minuto y confirma que Homo Argentum llega a Miami con un pulso que enciende al público. La película de Gastón Duprat y Mariano Cohn entra como cierre del 7º Ibero American Film Festival y corona un tramo que mezcla expectativa, humor ácido y una mirada que viaja entre Buenos Aires y Sicilia. El nombre de Guillermo Francella empuja la energía inicial, pero la narración se encarga de sostener el resto.


El festival respira cine desde hace días y se arma como una ventana para creadores de toda la región. Cada edición convoca historias que cruzan lenguajes, tonos y estéticas; Homo Argentum aprovecha ese terreno y lo usa para reforzar su identidad. La audiencia llega por curiosidad y sale con una certeza: la película mantiene ritmo, ironía y una lectura social que nunca baja la intensidad.
El recorrido internacional del filme ya suma paradas fuertes. Roma aparece como la primera escala y marca un impulso que después se amplía con invitaciones de otros festivales. “Queríamos que la película entrara a la conversación desde la pantalla grande”, remarcan sus directores cada vez que explican el camino elegido. Ese objetivo se nota, sobre todo, en la ambición estética y la presencia de escenarios italianos que dialogan con el espíritu de Dino Risi.
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La obra bebe del clásico Los Monstruos y toma su acidez para moldear una mirada propia. La parte italiana aporta textura, luz y una tensión que contrasta con las escenas rodadas en Argentina. Duprat y Cohn construyen una narración que avanza sin atajos y coloca a Francella en un juego que combina humor, incomodidad y situaciones que bordean lo absurdo.
“Esta película nació para la sala”, aclara Cohn cuando le preguntan por la ausencia en plataformas. La decisión viene acompañada de una política clara: priorizar la experiencia colectiva y postergar cualquier estreno digital hasta fin de año. Esa postura provoca ruido en algunos sectores, aunque el público responde con filas constantes y salas que mantienen su movimiento desde agosto.
El impacto local se siente desde el estreno argentino, cuando la película supera el millón y medio de espectadores y queda en lo más alto del cine nacional pospandemia. Francella sostiene el protagonismo con precisión quirúrgica y cada gesto suyo arranca reacciones inmediatas. La audiencia de Miami, que suele ser exigente con el humor argentino, ríe, murmura y estalla en aplausos en los momentos más incómodos.
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El salto por distintos festivales del país también le da músculo. BAFICI funciona como puerta de entrada y, desde ahí, el filme recorre Tucumán, Jujuy, Bariloche, Cipolletti, Ushuaia, La Plata y Rosario. Cada parada deja premios, comentarios y un rumor: la película no se agota en la primera mirada. La estructura episódica y el tono filoso generan lecturas nuevas cada vez.
En el exterior, la obra se muestra en Quito, Filadelfia, Seattle y Montevideo. El diálogo con otras audiencias amplía su alcance y reafirma que Homo Argentum encaja sin esfuerzo en circuitos que buscan cine con identidad propia. “Nos interesa el humor que te arrastra a pensar, no el humor que adorna”, suelen repetir los directores al explicar su forma de trabajo.
El festival de Miami cierra con esa energía. La función final se extiende más allá de la pantalla y deja charlas encendidas en los pasillos. Homo Argentum gana una despedida que consolida su ruta internacional y suma un aplauso que retumba en un evento que se anima a celebrar historias que nacen con carácter y voz propia.
















