
Irán y Egipto rechazan el “partido del Orgullo” en Seattle y la FIFA queda en el medio
Actualidad10/12/2025
Sergio Bustos
El Mundial 2026 sumó una polémica antes de que ruede la pelota: Irán y Egipto rechazaron jugar un partido señalado por organizadores locales como el “Partido del Orgullo LGBTQ+” en Seattle, una etiqueta definida por la ciudad sede antes de que se conocieran los grupos. El choque cultural y político ya escaló y ahora la FIFA deberá decidir qué hace con un calendario que, en teoría, no se toca.


El encuentro está programado para el 26 de junio en el Lumen Field de Seattle. La fecha coincide con el inicio del fin de semana del Orgullo en la ciudad, y el comité local venía trabajando desde hace meses con una agenda pública de actividades y visibilidad vinculada a esa jornada. El problema fue el sorteo: terminó colocando frente a frente a dos selecciones cuyos países criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo.
Desde Teherán, el presidente de la federación iraní, Mahdi Taj, salió con una crítica frontal y dijo que tanto Irán como Egipto ya protestaron. “Tanto nosotros como Egipto hemos protestado. Es una decisión irrazonable que parece apoyar a un grupo en particular. Sin duda, abordaremos este asunto”, planteó en televisión estatal, según reprodujeron medios internacionales.
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Del lado egipcio, la federación elevó un reclamo formal para que la FIFA prohíba actividades asociadas al Orgullo alrededor del partido. En su presentación, argumentó que ese tipo de acciones chocan con valores culturales y religiosos de los equipos participantes y apeló al principio de neutralidad de la FIFA en asuntos políticos y sociales.
En Seattle, sin embargo, no aflojan. El comité asesor local que impulsa el “Pride Match” sostuvo que mantiene lo previsto porque la idea no depende de la FIFA, sino del programa de la ciudad anfitriona. La alcaldesa Katie Wilson también respaldó esa línea con un mensaje de bienvenida y de “todos son bienvenidos”, ratificando el tono inclusivo que Seattle quiere mostrar durante la Copa.
La FIFA, por ahora, evita un pronunciamiento público y eso agranda el vacío. El antecedente que flota es Qatar 2022, cuando el organismo advirtió que sancionaría a jugadores que usaran el brazalete “OneLove”, lo que llevó a varias selecciones europeas a dar marcha atrás para evitar amonestaciones.
El caso mezcla calendario, marketing local y política internacional. Un punto central es quién tiene autoridad real sobre el “nombre” del partido y el marco simbólico, sin alterar la programación oficial del torneo. Egipto e Irán piden neutralidad y rechazan cualquier asociación; Seattle insiste en sostener una celebración de ciudad.
En lo deportivo, ambos comparten el Grupo G junto a Bélgica y Nueva Zelanda. Pero el foco ya no está en la tabla: está en cómo la FIFA desactiva una bomba que combina derechos, identidades, normas locales y posturas estatales muy duras.
Si no aparece una salida acordada, el 26 de junio promete ser uno de los días más tensos del Mundial 2026, con un partido que, por fuera del césped, ya se transformó en una disputa global.




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