La CGT entra en receso hasta febrero y el paro nacional pierde empuje ante la reforma laboral

Actualidad26/12/2025Sergio BustosSergio Bustos
cgt reforma laboral
La CGT "descansa".

La CGT entra en receso hasta febrero y reordena su estrategia frente a la reforma laboral que impulsa el gobierno de Javier Milei. En la conducción sindical reconocen que la temporada estival achica el margen para profundizar medidas de fuerza y, en ese contexto, pierde fuerza la idea de un paro nacional en lo inmediato, aunque el rechazo al proyecto sigue vigente.

Una fuente sindical lo resume con una admisión directa: “Ya estamos en receso”. La frase pone en escena una decisión política de la central, que elige bajar la exposición pública durante el verano pero sostener el pulso por otros carriles. La pausa, según la misma lógica interna, no significa abandono de la pelea sino una reorganización para el tramo fuerte del debate.

En ese marco, la CGT mantiene abiertos tres frentes de acción. Por un lado, sostiene la vía institucional con negociaciones en el Congreso. Por otro, activa presentaciones judiciales por inconstitucionalidad en distintos tribunales. Y además conserva la herramienta de la movilización callejera, con el antecedente de la marcha del 18 de diciembre, que la central menciona como una muestra de capacidad de convocatoria.


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Dentro del mundo sindical también aparece la idea de que la postergación del tratamiento legislativo se relaciona con esa presión acumulada. La central se atribuye haber demorado el avance del oficialismo y destaca que el propio bloque libertario admite el corrimiento del debate. En ese clima, la mirada sindical se apoya en el concepto de “receso estratégico” como forma de administrar fuerzas.

La articulación para trabar los tiempos del oficialismo queda asociada a Cristian Jerónimo, que integra el triunvirato de conducción. Jerónimo describe el movimiento con una definición puntual: “El debate se trasladó para febrero porque logramos articular una estrategia en común con gobernadores y senadores”. En esa frase, la CGT muestra que la resistencia no se apoya solo en la calle, sino también en acuerdos políticos y conversaciones legislativas.

El Gobierno pretendía conseguir la media sanción durante las sesiones extraordinarias de diciembre, pero el cuadro parlamentario se volvió más complejo. La central interpreta que la resistencia sindical y la búsqueda de apoyos cruzados obligan a recalcular. Por eso, el verano se convierte en una etapa de reagrupamiento y de fortalecimiento de vínculos con actores políticos que pueden inclinar una votación.

Del lado oficialista, la discusión sigue en movimiento pese al corrimiento de fechas. La jefatura del bloque libertario reconoce que la reforma laboral llegará al recinto en febrero, con una fecha mencionada en torno al 10 y otra alternativa sobre el 11, según la disponibilidad de senadores. En paralelo, el oficialismo se concentra en el tratamiento del Presupuesto 2026, sin abandonar el objetivo de sostener la reforma.


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En ese contexto, la CGT evalúa sus próximos pasos con cautela. La conducción sabe que en verano cuesta sostener el nivel de presión que se logra en meses de mayor actividad política y social. Por eso la central se apoya en una combinación: negocia, judicializa y reserva la calle para cuando el debate se reactive con fuerza.

La pausa de fin de año, entonces, no se presenta como tregua definitiva. La CGT sostiene su posición de resistir el paquete de cambios “por todos los medios disponibles”, pero ordena tiempos y prioridades. Con febrero como horizonte, el sindicalismo busca llegar con alianzas reforzadas y con margen de acción para un escenario parlamentario que promete tensión.

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