Europa en alerta por un brote de fiebre aftosa que ya obligó al sacrificio de más de 3.500 vacas

Actualidad07/04/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Vaca Hereford
Vaca Hereford

La fiebre aftosa volvió a encender las alarmas sanitarias en Europa. En las últimas semanas, más de 3.500 vacunos fueron sacrificados y enterrados en distintas zonas del continente, principalmente en Hungría y Eslovaquia, donde se detectaron múltiples focos de contagio. La situación llevó a la Unión Europea a emitir una Decisión de Ejecución para ampliar las zonas de restricción y vigilancia epidemiológica.

La enfermedad, que afecta sobre todo al ganado vacuno pero también puede impactar en cerdos, ovejas y cabras, se detectó primero en Alemania, país que ya logró recuperar su estatus sanitario. Sin embargo, el brote se desplazó rápidamente hacia el este europeo, generando un complejo escenario sanitario y económico para los productores ganaderos.


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En Hungría, donde ya se han sacrificado más de 2.000 vacas en la última semana, las autoridades establecieron zonas de seguridad de hasta 10 kilómetros alrededor de los focos detectados. Además, se implementó un protocolo para que los ganaderos puedan sacrificar a sus animales en sus propias instalaciones, siempre bajo control veterinario. “La carne podrá utilizarse si se descarta la presencia del virus”, aclaró el veterinario jefe del país, Szabolcs Pásztor.

El caso de Eslovaquia también genera preocupación: se reportaron al menos cuatro epicentros de aftosa en el sur del país, en cercanías de la frontera con Hungría. Productores locales cuestionaron duramente el sacrificio de animales sanos y reclamaron la posibilidad de implementar cuarentenas y pruebas preventivas. Las compensaciones estatales, aseguran, no alcanzan para cubrir los daños.


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En el condado húngaro de Győr-Moson-Sopron, se están enterrando los cadáveres en fosas comunes, cubiertos con cal, paja y una capa de tierra de dos metros. Esta práctica ha generado preocupación entre vecinos, quienes temen que los enterramientos contaminen aguas subterráneas y pozos domiciliarios. “Nos prometieron una red de agua, pero mientras tanto tenemos miedo por nuestra salud”, expresó Mihály Bakos, residente local desde 1959.

En tanto, en el paso fronterizo Breclav-Brodské, en la República Checa, se reforzó el control sanitario. Austria también intensificó sus medidas de vigilancia para evitar la propagación.


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El caso más dramático lo enfrenta el productor Paul Meixner, de la cooperativa Western Gate en el pueblo húngaro de Levél. Con solo un 5% de sus animales infectados, deberá sacrificar la totalidad de su ganado, lo que pone en riesgo su actividad tras 30 años de trabajo.

   

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