


Irán mostró al mundo algo que antes prefería ocultar. Esta semana, el régimen de Teherán difundió imágenes de una nueva ciudad de misiles, construida bajo tierra y equipada con misiles balísticos, drones y sistemas de defensa aérea. “Hay tantas que no terminaríamos en dos años de mostrar una por semana,” dijeron.
Las imágenes salieron en un video oficial de la Guardia Revolucionaria. Allí se vieron túneles enormes, misiles listos para disparar y drones suicidas almacenados bajo tierra. El video intenta mostrar que Irán puede contraatacar desde lugares ocultos.
Estas bases subterráneas reciben el nombre de “ciudades de misiles”. No solo almacenan armamento. También funcionan como fábricas, puntos de lanzamiento y depósitos protegidos ante ataques aéreos. Son estructuras profundas, extensas e interconectadas, ubicadas en zonas estratégicas.
Teherán nunca reveló las ubicaciones exactas. Las imágenes muestran espacios amplios, con misiles como el Kheibar Shekan, el Haj Qasem, el Emad o el Sejjil. Algunos de estos ya se usaron en conflictos recientes contra Israel.
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El general Amir Ali Hajizadeh encabezó la presentación. Comandante de la Fuerza Aeroespacial iraní, recorrió las instalaciones y mostró parte del armamento en una entrevista con medios estatales. Las cámaras acompañaron su recorrido por los túneles.
Irán asegura que sus misiles pueden alcanzar hasta 2.000 kilómetros. Esa distancia permitiría atacar bases en Israel, Irak, Siria o Jordania. También habilita una amenaza directa a fuerzas estadounidenses en la región.
Una de las amenazas más recientes fue contra Diego García. Esa isla, bajo control británico, alberga una base militar clave para Estados Unidos. Irán avisó que podría atacar si se lanza una ofensiva desde allí. “No haremos distinción entre blancos estadounidenses o británicos,” advirtió Teherán.
La base de Diego García está a casi 3.800 kilómetros. Irán dijo que sus drones Shahed 136B podrían llegar hasta allí. Aunque no hay pruebas concretas de esa capacidad, la amenaza forma parte del mensaje disuasorio.
Estados Unidos reforzó su presencia militar en Medio Oriente. Desplegó bombarderos furtivos B-2 en Diego García. Estos aviones ya intervinieron en ataques recientes contra grupos hutíes en Yemen. La tensión escala cada semana.
Donald Trump también endureció su discurso. Aunque anunció conversaciones con Irán para un nuevo acuerdo nuclear, aclaró que será “un muy mal día” para Irán si no hay avances.
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El líder supremo iraní, Alí Jamenei, rechazó las charlas públicas. Esto generó más amenazas de parte de Trump y dejó el diálogo en suspenso. Las partes siguen distanciadas y sin señales de acuerdo cercano.
Irán busca enviar mensajes a varios frentes. Las ciudades de misiles funcionan como un símbolo interno de poder y resistencia. Teherán quiere que su población sienta seguridad ante una posible agresión extranjera.
Las bases subterráneas también cumplen una función táctica. Permiten lanzar misiles desde puntos no identificados. Esto confunde a los sistemas enemigos que intentan calcular su capacidad real.
Las imágenes publicadas en las últimas semanas impactaron en la región. Muestran organización, tecnología y una estrategia de defensa basada en la sorpresa y la dispersión. Irán dice que puede sobrevivir a cualquier ataque aéreo.
Estas ciudades tienen una década de desarrollo. En ese tiempo, Irán compartió algunas imágenes pero nunca tantas como ahora. Esto refleja un giro en la forma de mostrar su poderío militar.
El gobierno iraní quiere que Estados Unidos y sus aliados piensen dos veces antes de atacar. Al revelar parte de su arsenal oculto, apuesta por la disuasión como política exterior.
Los conflictos con Israel también influyen. En abril de 2024, Irán lanzó misiles balísticos sobre la base aérea de Navatim. Aunque Israel interceptó el 99% de los proyectiles, el mensaje fue claro: Irán puede llegar.
Hubo un segundo ataque en octubre. Ese no generó daños. Pero el objetivo fue demostrar continuidad en la amenaza, más allá de los resultados concretos en cada operación.
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El grupo Hezbolá y los hutíes de Yemen también entran en juego. Irán los respalda. Por eso, cualquier escalada regional termina involucrando su red de aliados y reacciones en cadena.
Estados Unidos prepara dos portaaviones para operar en la zona. El Pentágono no detalló cuántos B-2 llegaron a Diego García. Pero advirtió que responderá con fuerza ante cualquier amenaza a su personal.
Sean Parnell, vocero del Pentágono, fue categórico. “Tomaremos medidas decisivas para defender a nuestro pueblo,” afirmó en un comunicado reciente.
Las ciudades de misiles son parte de esa ecuación. Permiten mantener capacidad de respuesta aún si se destruyen bases tradicionales. Esa es su mayor ventaja estratégica.
Las imágenes incluyen túneles amplios, sistemas de lanzamiento móvil y cargadores automáticos. Aunque no se sabe cuántas existen, los militares iraníes aseguran que hay decenas.
La BBC analizó videos y fotografías satelitales. No pudo verificar todos los detalles, pero confirmó estructuras subterráneas similares a las difundidas por Irán.
Las ciudades subterráneas son solo una parte del sistema. Irán también cuenta con sistemas de defensa aérea, drones suicidas y misiles antibuque. Su capacidad real sigue siendo difícil de calcular.
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Muchos dudan de su alcance efectivo. Sin embargo, el hecho de mostrarlos busca sembrar dudas en sus enemigos.
Teherán sostiene que responderá con fuerza si es atacado. El mensaje está claro, aunque los límites reales aún se discuten.
En Medio Oriente, cada imagen pública es también una declaración política. Las ciudades de misiles no son solo estructuras militares: son señales para el mundo.







