Alerta global en el transporte marítimo: Navieras cancelan salidas por baja demanda

Actualidad05/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
transporte maritimo
El transporte marítimo se reconfigura.

Las navieras enfrentan una nueva etapa de inestabilidad global. La caída de la demanda empuja a las empresas a suspender zarpes y rediseñar rutas clave. Las salidas en blanco reflejan un deterioro estructural que impacta sobre el transporte marítimo internacional.

La consultora Drewry alertó sobre una ola de cancelaciones. Entre el 5 de mayo y el 8 de junio se suspenderán 68 salidas de 698 previstas. La cifra representa el 10% de los viajes anunciados en las rutas más importantes del planeta.

Las zonas más afectadas son las rutas entre Asia, Europa y América del Norte. El eje transpacífico de Asia hacia Estados Unidos concentra el 47% de las salidas en blanco. Le siguen las rutas Asia-Europa con el 37% y la transatlántica con el 16%.

La caída en la demanda occidental empuja el freno logístico. La menor actividad de importadores norteamericanos golpea el volumen global de carga. La expectativa de negociaciones entre China y Estados Unidos detiene compras clave en sectores sensibles.

“Muchos compradores cancelaron o aplazaron pedidos ante el conflicto comercial”, señala Drewry. Las tensiones geopolíticas entre Washington y Pekín paralizan decisiones. Por ahora no hay mesas de diálogo formales entre ambos gobiernos.


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Las navieras ajustan capacidad con salidas en blanco y rediseño de itinerarios. La estrategia busca frenar el exceso de oferta y mejorar ocupación. La flexibilidad operativa se vuelve esencial frente a la volatilidad del mercado.

El transporte marítimo enfrenta un nuevo ciclo de incertidumbre estructural. Las rutas tradicionales ya no garantizan estabilidad. El comercio global entra en un terreno cambiante, con costos crecientes y reglas poco claras.

Las tarifas spot siguen en caída. El índice compuesto WCI de Drewry bajó un 3% intersemanal al 1 de mayo. Se ubicó en 2.091 dólares por contenedor de 40 pies, muy por debajo del promedio pre-pandemia.

Las tarifas transpacíficas cayeron un 2%. Las conexiones Asia-Europa bajaron un 4% y las transatlánticas un 3%. La competencia entre operadores acentúa la presión sobre los márgenes logísticos.

“El mercado sigue siendo incierto. Los transportistas deben prepararse para más interrupciones”, advirtió Drewry. La sobrecapacidad persiste como una amenaza para la rentabilidad del sector. El equilibrio sigue lejos.

La alianza marítima Gemini mostró mejores indicadores. Se espera que alcance una puntualidad del 98% en sus zarpes. Sin embargo, la mejora podría no sostenerse si continúa el ajuste global de capacidad.


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El sudeste asiático registra un leve aumento en exportaciones. Países como Vietnam y Tailandia aprovechan las últimas exenciones arancelarias. Pero el flujo irregular de cargas puede generar nuevos desequilibrios logísticos.

El comercio global ya no sigue patrones previsibles. Las decisiones políticas impactan más que las condiciones de mercado. El transporte marítimo pierde estabilidad en un mundo en tensión.

Las navieras enfrentan una tormenta perfecta. Menor demanda, sobreoferta, caída de tarifas y competencia feroz afectan todos los niveles. Las decisiones que tomen ahora serán clave para evitar el colapso.

Las cadenas de suministro vuelven a tensionarse. El desequilibrio entre oferta y demanda desordena la logística global. Cada nueva cancelación empuja a una mayor incertidumbre en puertos y operadores.

La debilidad del comercio estadounidense impacta sobre los flujos asiáticos. Las exportaciones chinas se frenan por la falta de demanda norteamericana. Esa dinámica desarma el esquema habitual de los grandes operadores.

La caída del consumo también afecta a Europa. Los ajustes fiscales, la inflación y la crisis energética reducen las importaciones. Las navieras pierden volumen en ambas orillas del Atlántico.

Las rutas más rentables pierden su ventaja histórica. El eje transpacífico dejó de liderar la recuperación postpandemia. Las navieras no encuentran una región que compense la caída de Norteamérica y Europa.


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La gestión de flotas enfrenta decisiones complejas. Cada empresa debe equilibrar ocupación, costos y disponibilidad de barcos. Cancelar salidas puede evitar pérdidas, pero también genera cuellos de botella.

Las inversiones en nuevas embarcaciones entran en revisión. La sobrecapacidad prevista podría profundizar los problemas. El exceso de oferta sin demanda concreta empuja a nuevas medidas de ajuste.

El futuro inmediato se dibuja con trazos inestables. No hay una hoja de ruta clara. Cada decisión se evalúa semana a semana, con múltiples variables geopolíticas en juego.

Las navieras buscan coordinación sin perder autonomía. Las alianzas como Gemini permiten cierta previsibilidad, pero no resuelven el fondo del problema. El comercio global dejó de ser lineal.

El sector aún no encuentra su equilibrio postpandemia. Las secuelas del COVID-19 siguen marcando el ritmo. A eso se suma la guerra comercial, los cambios de consumo y la revolución digital.

Las decisiones de las grandes navieras marcarán el futuro. El rumbo de Maersk, MSC o COSCO definirá si el sector recupera solidez o entra en una crisis prolongada. La incertidumbre manda.

La logística internacional necesita nuevas estrategias. El modelo anterior ya no responde a la realidad actual. Se necesita agilidad, innovación y lectura geopolítica permanente.

Las rutas marítimas clave están en revisión. La conectividad entre continentes depende cada vez más de factores ajenos al comercio. El futuro del transporte se redefine en tiempo real.


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El impacto se sentirá en las economías dependientes de exportaciones. Países como Argentina deberán adaptarse a una nueva dinámica logística. El acceso a mercados globales ya no será una constante garantizada.

La próxima etapa exigirá respuestas integrales. Los gobiernos, las empresas y los operadores deberán actuar en conjunto. Sin coordinación, el sistema puede fragmentarse aún más.

El mar ya no garantiza fluidez. La era de las cancelaciones en blanco anticipa un nuevo escenario global. Las navieras no solo transportan mercancías, ahora navegan en aguas políticas.

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