


Los argentinos volvieron a cruzar el río en busca de refugio financiero. El último informe de la Superintendencia de Servicios Financieros del Banco Central del Uruguay reveló un dato impactante: más de 20.781 millones de dólares fueron depositados por residentes argentinos en 2024, lo que marcó un nuevo récord absoluto.
La cifra representa un crecimiento del 17,5% respecto de 2023. El monto anterior había cerrado en 17.678 millones. El salto expuso una tendencia cada vez más consolidada: la confianza de los argentinos en la estabilidad financiera uruguaya crece de forma sostenida.
Un total de 27.696 argentinos eligieron depositar sus activos en gestores y asesores uruguayos. La cantidad también creció en comparación con los 24.637 registrados el año anterior. La tendencia no se detiene.
El fenómeno convierte a los argentinos en la mayor fuente de activos financieros extranjeros en Uruguay. Según los datos oficiales, representan el 49,3% del total bajo manejo en ese sistema. Casi la mitad de los fondos proviene del país vecino.
El sistema financiero uruguayo administró más de 42.000 millones de dólares en 2024. De ese total, los fondos argentinos duplicaron la suma combinada de todas las otras nacionalidades. La diferencia es abrumadora.
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Los gestores de portafolio y asesores de inversión lideraron la captación. Este sector fue el que más recibió dinero argentino. Muchos clientes optaron por productos de renta fija y fondos comunes de inversión, buscando seguridad y rendimiento moderado.
Los productos más elegidos fueron la renta fija, con más de 14.218 millones de dólares, y los fondos de inversión, con más de 15.099 millones. Ambos instrumentos ofrecen previsibilidad en un entorno volátil. La clave fue preservar capital.
Uruguay ofreció reglas claras, estabilidad institucional y resguardo jurídico. Eso sedujo a miles de argentinos con capacidad de ahorro. No se trató sólo de grandes fortunas. También migraron fondos de familias y pequeños empresarios.
La presión impositiva, el cepo cambiario y la falta de confianza en el rumbo económico de Argentina empujaron la salida de capitales. Muchos inversores buscaron garantías que el sistema argentino no les ofreció. El exilio financiero creció sin pausa.
Los especialistas destacaron que los datos no incluyen bancos ni corredores privados. Tampoco contemplan cuentas no declaradas ni activos en fideicomisos. El volumen real puede ser mucho mayor.
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La cifra oficial confirma una tendencia sostenida en el tiempo. Desde 2018, el flujo hacia Uruguay no dejó de crecer. La pandemia y la crisis inflacionaria aceleraron el proceso.
Uruguay consolidó su lugar como plaza financiera para el inversor argentino. Sus características legales y su previsibilidad fiscal crearon un ecosistema de confianza. La cercanía cultural y geográfica facilitó el movimiento.
El informe del BCU dejó en claro que Uruguay compite por capitales regionales. Pero su vínculo con la Argentina es único. No hay otro país que deposite tanto allí.
Mientras tanto, en Argentina se multiplican los controles y las trabas para operar. La combinación de inseguridad jurídica, cambios de reglas y crisis política resultó letal. Muchos decidieron sacar sus ahorros sin mirar atrás.
Los gestores uruguayos aprovecharon la oportunidad. Ofrecieron productos a medida para el cliente argentino. Atención en español rioplatense, plataformas digitales accesibles y propuestas personalizadas completaron el escenario. La respuesta fue inmediata.
La mayoría de los inversores buscó instrumentos conservadores. Priorizó preservar el capital antes que apostar por altos rendimientos. El perfil es defensivo, no especulativo.
No se trata de fuga para especular. Se trata de resguardo ante un entorno que se percibe como hostil. Eso dijeron varios asesores con base en Montevideo y Punta del Este.
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Los depósitos se diversificaron según estrategias. Algunos eligieron bonos, otros fondos diversificados. Algunos optaron por dólares líquidos. Todos evitaron volver al sistema argentino.
La distancia entre los discursos políticos argentinos y la realidad financiera es cada vez mayor. Mientras se promete crecimiento, la gente saca sus ahorros del país. La brecha se volvió estructural.
El aumento de argentinos no se repitió con la misma fuerza en otros países. Los extranjeros no argentinos sumaron 10.510, contra 8.663 del año pasado. El salto argentino fue más significativo.
El número de clientes uruguayos también creció. Pasaron de 13.896 a 31.499. Pero no movieron cifras grandes. La mayoría fueron pequeños ahorristas que operaron con plataformas como Prex.
Los asesores explicaron que esos nuevos clientes uruguayos no impactaron fuerte en el total. Colocaron montos chicos, mientras que los argentinos movieron cifras millonarias. La diferencia fue notable.
El informe también marcó un punto clave. Uruguay recibió depósitos mientras los bancos argentinos cerraron cuentas en el exterior. La confianza no es un dato menor.
La cultura de previsión es cada vez más fuerte entre los argentinos con capacidad de ahorro. Eligen blindarse antes que arriesgarse. Uruguay se volvió sinónimo de resguardo.
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El fenómeno no generó demasiada reacción oficial en Argentina. Pocas voces reconocieron el problema. El gobierno evitó referirse a la cifra.
Los analistas consideran que la tendencia seguirá. Mientras no haya señales firmes de recuperación y reglas claras, los dólares argentinos seguirán cruzando el río.
Montevideo, Colonia y Punta del Este reciben capitales, pero también inversores que evalúan radicarse. Muchos ya gestionaron residencia fiscal. El vínculo se volvió permanente.
Uruguay aparece como destino ideal para inversiones familiares y patrimonios consolidados. En un contexto de crisis local, su estabilidad parece un lujo. Pero también una decisión racional.
La Argentina pierde ahorro privado de forma constante. El informe del BCU lo confirmó con números duros. La salida no es coyuntural. Es estructural.
Los 20.000 millones de dólares depositados por argentinos en Uruguay representan algo más que un récord. Reflejan el deterioro profundo de la confianza en el sistema económico nacional. Y marcan un límite que preocupa.







