León XIV evocó a León XIII, el Papa del trabajo y la justicia social

La elección del estadounidense Robert Francis Prevost Martínez como nuevo Sumo Pontífice bajo el nombre de León XIV despertó de inmediato la memoria de León XIII, conocido como “el Papa del trabajo”. Fue él quien, en 1891, publicó la histórica encíclica Rerum Novarum, primer documento pontificio en abordar integralmente las cuestiones sociales y obreras. En un contexto de industrialización, pobreza y explotación laboral, este texto fundó las bases de lo que más tarde sería conocido como la Doctrina Social de la Iglesia.

Según trascendió, la decisión de Prevost de llamarse León XIV no fue casual, sino que tiene un fuerte valor simbólico. Representa un gesto explícito de conexión con la herencia doctrinal de León XIII, subrayando una continuidad pastoral centrada en la justicia social, los derechos laborales y la dignidad humana. La evocación de esta figura histórica resuena con fuerza en un mundo marcado por desigualdades, crisis climática y tensiones globales.

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Rerum Novarum, cuyo título completo es Sobre la situación de los obreros, introdujo principios que siguen siendo centrales para el pensamiento social católico. Defendía el derecho a la propiedad privada, reivindicaba un salario justo como derecho natural, reconocía los sindicatos como herramientas legítimas de organización, criticaba la explotación laboral y condenaba la injusticia social. Además, hacía un llamado a los gobiernos para proteger a los pobres y defendía la familia y la justicia distributiva como pilares de la sociedad.

León XIII alertaba sobre los males del liberalismo económico y del socialismo por igual, convocando a un modelo de justicia social basado en la caridad cristiana. Su mensaje, según analistas, sigue teniendo vigencia en los debates actuales sobre desigualdad, trabajo y derechos humanos. 

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El pontificado de León XIV comienza, así, bajo el signo de un legado histórico cargado de simbolismo y orientado a enfrentar los desafíos contemporáneos con una mirada puesta en la justicia social. La expectativa global es alta frente a cómo este nuevo liderazgo combinará la herencia doctrinal con respuestas concretas a los problemas de nuestro tiempo. La Iglesia, como actor moral y político global, encara una etapa de renovada atención a los temas sociales.