Nación admite que frena las paritarias privadas para controlar la inflación

Política09/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
Guillermo Francos
Guillermo Francos.

El Gobierno Nacional reconoció de forma explícita que interviene en las paritarias del sector privado para contener la inflación. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, confirmó que existe un límite oficial a los aumentos salariales como parte del plan económico del presidente Javier Milei.

La administración libertaria utiliza los salarios como variable de control y los presenta como una herramienta central en su estrategia antiinflacionaria. El reconocimiento se produce tras meses de críticas de los gremios, que denunciaron maniobras para frenar acuerdos que superaban los índices oficiales.

“Si uno permite que los salarios se vayan más allá de lo que se ha establecido como pauta, los precios después aumentan”, sostuvo Francos. El funcionario expuso con claridad el eje del modelo: no permitir subas que traccionen nuevos aumentos en la cadena de consumo.

El Gobierno interviene en las negociaciones para fijar topes y evitar que los aumentos salariales se transformen en un nuevo factor de presión sobre los precios. La política funciona como un “ancla”, similar a lo que sucede con el tipo de cambio y el gasto público.

Francos diferenció esta práctica de un recorte directo. “Esto no es recortar el salario, sino establecer la relación de los ingresos con los índices de inflación”, explicó. El objetivo declarado es sostener una estabilidad macroeconómica que no se deteriore por acuerdos por encima de la pauta.

La posición oficial despertó nuevas críticas en el movimiento obrero, que advierte sobre la pérdida del poder adquisitivo. Los sindicatos aseguran que los techos impuestos por Nación dejan a los trabajadores por detrás de la suba real del costo de vida.


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Según datos de consultoras privadas, los salarios del sector privado registrado superan en apenas 0,6% los niveles de noviembre de 2023. En cambio, los del sector público muestran una caída del 14%, muy por debajo de la inflación acumulada.

Francos argumentó que “los salarios le vienen ganando a la inflación”, pero los indicadores no acompañan del todo esa afirmación. El Gobierno se apoya en un promedio general que incluye sectores en expansión, como minería y energía, que alteran el índice final.

El Gobierno toma como referencia el promedio de los últimos tres meses. Esa metodología incluye a los rubros con mejores sueldos y deja fuera las desigualdades entre sectores, regiones y convenios menos favorecidos.

En paralelo, se registra un aumento de precios sostenido, con una inflación interanual por encima del 250%. Aunque el índice muestra cierta desaceleración, el impacto sobre los ingresos reales no se revierte.

La estrategia del Gobierno busca consolidar el ajuste fiscal. Para eso, impone límites a los acuerdos paritarios con el argumento de evitar una espiral inflacionaria que anule los esfuerzos previos.

Desde diciembre, los sindicatos notaron obstáculos para cerrar paritarias por encima del 1% mensual. Las trabas incluyeron demoras en la homologación, presiones informales y advertencias sobre la sostenibilidad macroeconómica.

El ministro de Economía, Luis Caputo, respaldó esta línea. Afirmó que “el Gobierno quiere buenos salarios en dólares”, aunque reconoció que el margen para aumentos reales todavía es muy limitado.

Caputo plantea una economía ordenada que se proyecte hacia el largo plazo. Pero en lo inmediato, la gestión establece restricciones para evitar desbordes que afecten el equilibrio fiscal.


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En ese marco, el salario queda congelado como instrumento de estabilización. El mensaje oficial insiste en que este sacrificio será temporal y necesario para ordenar las variables.

Los gremios, en cambio, ven en esta medida un freno a la recuperación del ingreso. Afirman que los trabajadores perdieron capacidad de consumo y reclaman un cambio de rumbo urgente.

El Gobierno sostiene que no habrá mejoras reales si no se estabiliza la economía. Apuesta a la confianza en que el orden permitirá más adelante la recuperación salarial.

Los datos en dólares muestran una suba aparente de los ingresos. Pero se trata de un efecto contable por la caída del valor de la divisa, no de una mejora real.

El congelamiento paritario también afecta al consumo interno. La falta de ingresos frescos limita la recuperación del mercado, con impacto directo sobre las pequeñas y medianas empresas.

La CGT no acompañó esta política. Denunció un ajuste encubierto que traslada el costo de la estabilidad a los asalariados.

Los gremios del interior reciben mayor presión para cerrar acuerdos bajos. En varias provincias, las paritarias quedaron por debajo de la inflación, incluso en sectores con mayor demanda.

El jefe de Gabinete defendió el enfoque del Ejecutivo. “Todo es un ancla para la inflación”, insistió Francos. Para el Gobierno, cada variable debe alinearse con la pauta oficial.

La medida no cuenta con respaldo de todos los actores económicos. Algunos empresarios también señalan que el freno a los salarios reduce la demanda y frena la recuperación productiva.

El modelo actual prioriza la baja de la inflación por encima de la mejora del ingreso. La lógica es evitar que los precios suban por efecto de mayores costos laborales.


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Sin embargo, el efecto sobre el bolsillo ya genera conflictos sectoriales. Las paritarias sin cierre generan incertidumbre en empresas, sindicatos y trabajadores.

El discurso oficial se centra en el orden macroeconómico. Pero el costo social del ajuste comienza a sentirse en los sectores más vulnerables.

Francos reiteró que no habrá marcha atrás en esta línea. Y dejó en claro que el crecimiento vendrá después de la estabilidad.

La expectativa oficial se apoya en la promesa de una baja de impuestos futura. Pero esa meta todavía parece lejana para los asalariados que enfrentan precios altos y sueldos congelados.

La estrategia de Nación ya está desplegada. Y los salarios quedaron en el centro de la pulseada entre la estabilidad y el reclamo social.

El modelo de Milei sostiene que la inflación se combate desde el orden fiscal. Y por ahora, eso implica ponerle freno a las paritarias.

   

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