El plan de Caputo para blanquear dólares sin pasar por el Congreso

Actualidad09/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
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Luis Caputo.

El ministro de Economía, Luis Caputo, presentó un nuevo objetivo: atraer los dólares que la gente guarda fuera del sistema. Habló de "remonetizar la economía con los dólares del colchón". El anuncio reavivó el debate sobre los límites legales y fiscales de un posible blanqueo sin ley.

La idea se plantea como una alternativa para eludir al Congreso. El Ejecutivo estudia aplicar el régimen de “presentación espontánea” previsto en el artículo 113 de la Ley de Procedimiento Fiscal. Este mecanismo ya fue utilizado en el pasado por otros gobiernos.

El régimen permite a los contribuyentes regularizar situaciones fiscales. Pueden declarar activos no informados y ponerse al día con sus obligaciones. También pueden denunciar la posesión de bienes adquiridos en contravención, siempre que paguen impuestos e intereses.

El Decreto 935/1997 fue un ejemplo de esa modalidad. Se aplicó por seis años y permitió que miles de contribuyentes presentaran de forma voluntaria sus activos. La norma también preveía exenciones de sanciones, aunque con límites precisos.

Expertos tributarios advirtieron que este régimen no tiene costo cero. La presentación espontánea implica pagar el capital omitido, la actualización y los intereses. Solo se eximen las multas, y eso depende de condiciones técnicas que deben cumplirse.


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Daniel Pérez, tributarista del estudio Pérez & Fiocco, explicó los alcances del artículo 113. Señaló que “no se puede aplicar para crear un blanqueo sin costo como el que propone Caputo”. Remarcó que “la ley actual impide eximir capital e intereses”.

La misma Ley de Procedimiento Fiscal limita al Ejecutivo. El agregado al artículo 113 prohíbe nuevos regímenes de condonación de deuda. También impide reducciones totales de capital, multas e intereses fuera de lo que la ley específica autorice.

El último blanqueo vigente, establecido por la Ley 27.743, incluye una cláusula de exclusividad. Quienes ingresaron a ese régimen no pueden participar en otros hasta diciembre de 2038. Cualquier nuevo plan requeriría una modificación legal en el Congreso.

El Gobierno intenta sostener la iniciativa en la urgencia económica. Busca captar dólares sin activar mecanismos legislativos. Apunta al ahorro informal guardado en hogares y cajas de seguridad, estimado en más de 250 mil millones de dólares.

La estrategia presenta riesgos jurídicos y políticos. Un decreto que habilite un nuevo régimen podría ser impugnado. También generaría desconfianza entre los contribuyentes que adhirieron a blanqueos anteriores bajo otras reglas.

La AFIP no puede avanzar sin marco legal claro. Sus facultades están acotadas por la Ley 11.683. No puede autorizar condonaciones generales. Tampoco puede modificar la relación entre tributos y sanciones sin respaldo normativo.

El debate divide a los especialistas. Algunos creen que el régimen de presentación espontánea podría utilizarse como herramienta parcial. Otros insisten en que el camino correcto es enviar un proyecto de ley y debatirlo en el Congreso.

La experiencia muestra que los blanqueos sin ley pueden fracasar. En el pasado, medidas similares generaron reclamos judiciales, denuncias penales y persecuciones fiscales retroactivas. La seguridad jurídica es clave para que un blanqueo funcione.

Caputo insiste en que el esquema será opcional y voluntario. Los contribuyentes podrán declarar sin temor a sanciones. “Queremos normalizar la economía con reglas simples y sin castigos”, aseguró durante su última exposición pública.

Pero los contribuyentes piden certezas. Nadie quiere declarar dólares sin garantías legales. Nadie quiere quedar expuesto a posibles cambios de gobierno que desarmen todo el régimen o impulsen revisiones fiscales.


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El antecedente de 1997 dejó aprendizajes. Aunque fue exitoso en su aplicación, también fue cuestionado por su duración excesiva. Generó dudas sobre su equidad frente a los contribuyentes cumplidores.

El oficialismo no tiene mayoría legislativa. Por eso, recurre a herramientas de interpretación laxa. La crisis fiscal y la falta de divisas fortalecen esa línea dentro del equipo económico.

Los bloques opositores ya advirtieron que no apoyarán un nuevo blanqueo. Consideran que beneficiaría a sectores privilegiados. También sostienen que premiaría la informalidad y castigaría a quienes tributan en tiempo y forma.

El mercado financiero observa con atención la jugada. Un ingreso masivo de dólares podría aliviar la presión cambiaria. También mejoraría reservas del Banco Central. Pero sin respaldo legal, el efecto podría ser efímero.

Las entidades profesionales piden transparencia. El Consejo Profesional de Ciencias Económicas reclama consulta previa. La Cámara de Comercio exige un plan claro que evite sorpresas o arbitrariedades.

Los dólares del colchón no están quietos por capricho. La desconfianza acumulada, las crisis anteriores y los cambios en las reglas desalientan su reingreso. “Sin ley, no hay confianza”, repiten los tributaristas más conservadores.

Algunos sectores agroindustriales miran con simpatía el anuncio. Creen que podría mejorar la liquidez. También podría ofrecer un canal para financiar inversiones. Pero piden claridad normativa y condiciones estables.

El régimen de presentación espontánea tiene límites evidentes. No puede reemplazar una ley. Tampoco puede prometer beneficios que no están contemplados en la norma vigente. “El colchón no alcanza si no hay marco legal”, dijo un tributarista.

En el Congreso reina el escepticismo. Los bloques dialoguistas dudan del efecto práctico. El kirchnerismo denuncia intento de legalizar fondos sin control. La izquierda rechaza el blanqueo como privilegio fiscal.

Caputo acelera mientras la inflación se acelera. La recaudación no crece. El consumo cae. El crédito no aparece. Los dólares paralelos marcan la pauta. El blanqueo se presenta como la última carta antes del cierre del semestre.

El colchón aparece como salvación simbólica. Pero los riesgos jurídicos, fiscales y políticos complican la jugada. Sin ley, sin reglas y sin consenso, el esquema puede naufragar antes de llegar a puerto.

La economía argentina necesita dólares, pero también necesita previsibilidad. El desafío no está solo en captar fondos, sino en generar confianza. Solo con certezas se puede salir del laberinto tributario y del colchón como refugio fiscal.

   

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