“No quiero morir rico”: Bill Gates donará casi toda su fortuna y disolverá su fundación

Actualidad10/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
Bill Gates
Bill Gates.

Bill Gates anunció que donará prácticamente toda su fortuna en los próximos 20 años. El empresario planea entregar alrededor de 200.000 millones de dólares antes del 31 de diciembre de 2045. Ese día cerrará para siempre la Fundación Bill y Melinda Gates, una de las estructuras filantrópicas más grandes del mundo. El anuncio reconfigura el mapa de la filantropía global y marca un gesto inédito por su escala y su impacto proyectado.

El creador de Microsoft explicó su decisión en una publicación personal. “No quiero que digan que morí rico”, escribió Gates. “Hay demasiados problemas urgentes que resolver como para conservar recursos que pueden ayudar ahora.” La frase recorrió medios de todo el mundo y puso en marcha un proceso que transformará el destino de miles de millones de dólares en los próximos años. El magnate, que cumplirá 70 años este año, quiere acelerar el impacto.

Gates no quiere esperar a que la filantropía llegue por testamento. Planea distribuir su fortuna en vida, de manera planificada, escalonada y auditable. Su patrimonio actual alcanza los 108.000 millones de dólares, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg. La cifra incluye acciones, inversiones y ganancias de empresas como TerraPower, enfocada en energía nuclear. También contempla ingresos de su participación histórica en Microsoft, que hoy vale más de 3 billones de dólares.

La Fundación Gates ya donó más de 100.000 millones desde su creación en el año 2000. Financió vacunas, tratamientos, infraestructura sanitaria, alimentos, programas educativos y estrategias de equidad global. Jugó un papel clave en el acceso a insumos médicos durante la pandemia. Impulsó investigaciones contra enfermedades infecciosas como la malaria, la polio y el VIH. Fue señalada como una de las organizaciones privadas con mayor capacidad de incidencia en políticas públicas.


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El nuevo plan de Gates implica el cierre total de la fundación en 2045. La estructura institucional se disolverá una vez agotada la totalidad de sus recursos. No habrá continuidad ni sucesores. El modelo tradicional de fundaciones perpetuas dejará lugar a una estrategia de impacto a corto y mediano plazo. Gates quiere que su legado no sea el dinero, sino la acción concreta. “Quiero actuar mientras puedo ver los resultados”, afirmó en su mensaje.

Durante los próximos 20 años, la fundación priorizará tres líneas de acción. La primera será reducir muertes evitables de madres y bebés, con foco en África y Asia. La segunda buscará erradicar enfermedades infecciosas que aún afectan a millones. La tercera apunta a sacar de la pobreza a cientos de millones de personas, con inversiones en salud, educación y producción de alimentos. Todas las metas tienen plazos, indicadores y financiación definida.

Gates alertó sobre un posible estancamiento de la salud global. Señaló retrocesos en tasas de vacunación, acceso a diagnósticos y control de enfermedades transmisibles. También mencionó el impacto de recortes presupuestarios impulsados por gobiernos conservadores, como el de Donald Trump. En ese contexto, decidió acelerar el uso de su capital. “Podemos lograr avances si actuamos ahora”, sostuvo. Además, destacó el potencial de la inteligencia artificial para transformar la medicina.

El anuncio se produjo en un contexto simbólico. Microsoft cumplió 50 años semanas atrás. Gates quiso vincular ese aniversario con un cambio personal. “Me parece justo devolver lo que conseguí gracias a la empresa”, explicó. Así selló su compromiso con la redistribución de su riqueza. No por presión social, sino por convicción. No por imagen, sino por una decisión planificada que incluye un cierre institucional.


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Gates ya había impulsado antes una filosofía similar. En 2010 fundó, junto a Melinda French Gates y Warren Buffett, el Giving Pledge, una iniciativa para que los más ricos donen gran parte de su fortuna. Más de 240 multimillonarios firmaron el compromiso. Algunos lo cumplieron en vida. Otros lo reservaron en sus testamentos. Gates ahora va un paso más allá: donará todo y cerrará la fundación que lleva su nombre.

La organización funcionará con total normalidad hasta el 2045. Publicará balances, auditorías, informes de impacto y llamados a proyectos. Sus oficinas mantendrán sus actividades y sus equipos. Solo al final del cronograma, cuando los fondos estén completamente distribuidos, se cerrarán las puertas. No se delegará la continuidad. No se designará nueva dirección. No quedarán reservas para el futuro. Será el fin programado de una etapa que duró casi medio siglo.

French Gates, su exesposa, abandonó la fundación en 2022. Tras el divorcio, anunció que canalizará sus propias donaciones por otras vías. Afirmó que no entregará la mayor parte de su fortuna a través de la fundación compartida. Aunque no rompieron del todo el diálogo, ya no coordinan estrategias. Gates tomará todas las decisiones finales en esta nueva etapa. El modelo será personal, vertical y transparente.

La decisión reabre el debate sobre la filantropía global. Algunos especialistas la ven como un ejemplo. Otros cuestionan el poder de decisiones millonarias sin control democrático. También aparecen críticas por la influencia que estas fundaciones ejercen en países con escasa institucionalidad. Gates respondió con una idea central: “No hay tiempo para esperar a que los gobiernos hagan todo.” Su enfoque combina urgencia, pragmatismo y cálculo estratégico.


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En las próximas semanas, la fundación anunciará nuevas donaciones específicas. Los fondos irán a proyectos existentes y a nuevas iniciativas. Se priorizarán alianzas con organismos multilaterales, universidades y organizaciones comunitarias. Gates quiere que los recursos lleguen a quienes ejecutan. También promoverá el uso de tecnología, logística y datos. Su meta no es solo donar, sino transformar procesos y resultados.

El impacto total se verá en décadas. Pero los primeros efectos podrían notarse en pocos años. Gates cree que una inversión masiva y planificada puede cambiar la curva del desarrollo humano. No cree en promesas. Cree en datos. Su fundación seguirá publicando información para medir avances. El proceso tendrá metas, plazos y rendición de cuentas.

Gates no busca monumentos ni homenajes. Busca resultados. “Quiero que mis recursos sirvan ahora, no después.” Con esa frase cerró su publicación. La decisión no fue impulsiva. Se preparó durante años. Ahora es pública y definitiva. La filantropía no tendrá su apellido para siempre. Pero sí su impronta. Su estilo. Su método.

El mundo observará con atención este proceso. No por el dinero, sino por el cambio que promete. En tiempos de concentración de riqueza, el gesto de Gates tiene un mensaje claro: dar puede ser más transformador que acumular.

   

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