


La Argentina perdió peso en el comercio global. Su participación actual es de apenas 0,3%. Hace un siglo exportaba cuatro veces más. El país no logró insertarse en las cadenas globales.


El retroceso es constante desde 1975. La participación nunca superó el 1% en medio siglo. Hoy, Brasil, México y Chile exportan más. La región dejó atrás a la Argentina.
El 82% de las exportaciones son bienes. La mayoría proviene del agro. Soja, maíz, trigo, carnes y aceites. La concentración limita el crecimiento.
Solo 15 empresas venden más de mil millones al año. Apenas 60 superan los 100 millones. El resto queda muy lejos. “Es muy difícil ser un país exportador así”, dijo Marcelo Elizondo.
Los servicios representan apenas el 17%. Tecnología y turismo encabezan ese segmento. Pero la diversificación no alcanza. La estructura sigue limitada al agro.
La Argentina no firmó acuerdos clave. Fuera de los grandes tratados. Sin acceso preferencial. Sin marco jurídico estable. El aislamiento complica la expansión comercial.
Los costos internos alejan a las empresas del mundo. Impuestos, inflación, logística y tipo de cambio encarecen todo. Los productos argentinos no compiten afuera.
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La baja inversión en infraestructura impacta. La conectividad limita. El transporte encarece. La falta de obra pública desarticula el potencial productivo. El país no logra salir de ese círculo.
La paradoja es clara. Se produce a buen precio, pero no se exporta. Los costos matan la oportunidad. FIEL lo llama “paradoja productiva-competitiva”.
El coeficiente de apertura es de solo 12%. El promedio mundial supera el 30%. La Argentina importa y exporta poco. La economía se encierra en sí misma.
Desde 2007, el volumen exportado no crece. Ni en bienes ni en servicios. La estancación es crónica. El país no logra abrir mercados.
El Gobierno intenta un giro. El plan económico de Milei busca estabilizar. Apunta al equilibrio fiscal y la apertura externa. Pero las exportaciones no despegan.
En el primer trimestre de 2025 crecieron solo 5,3%. Las importaciones subieron 35%. El superávit comercial se achicó a 761 millones. Los números preocupan.
La apertura cambiaria alivió un poco. El cepo se aflojó. Las empresas acceden con menos trabas. Pero la recuperación sigue sin llegar.
El Gobierno bajó derechos de exportación. Más de 4000 posiciones industriales quedaron en 0%. La UIA celebró. Pero advirtió que la medida es insuficiente.
“Es apenas una señal en el camino”, dijo Martín Rappallini. El titular de la UIA pidió más competitividad. Menos impuestos. Mejor infraestructura. Condiciones reales para producir.
Las retenciones, el impuesto al cheque y la inflación golpean. Los empresarios reclaman alivio. Piden estabilidad. Exigen reglas claras. El mercado no puede planificar.
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FIEL destaca el rol de la infraestructura. Solo el 16% del PBI se invirtió en transporte en una década. La media regional es superior. Eso impide llegar a los mercados.
La guerra comercial entre China y EE.UU. suma presión. Baja el precio de los commodities. La demanda se desacelera. El mundo se vuelve más incierto.
Los precios de alimentos, energía y minerales cayeron 5%. La Argentina no aprovechó los ciclos anteriores. Tampoco diversificó su canasta exportadora. Las oportunidades pasaron de largo.
El Mercosur no despega. La última reunión de cancilleres no dejó acuerdos. Europa, EFTA y Emiratos siguen en negociación. Sin tratados, no hay inserción global.
Elizondo insiste en abrir mercados. Pidió retomar el acuerdo con la Unión Europea. Y negociar con Estados Unidos. “Hoy es difícil exportar sin acuerdos grandes”, explicó.
La inserción internacional requiere estrategia. El mundo no espera. India, Vietnam y África aparecen como opciones. Pero falta decisión política.
El desafío es doble. Salir del estancamiento y aprovechar el contexto. La estabilización macroeconómica es necesaria, pero no suficiente.
Sin reformas estructurales no habrá cambios. Hay que bajar costos. Mejorar logística. Incentivar inversión. Modernizar la red productiva. Y diversificar mercados.
El país no puede exportar solo granos. El agro es clave, pero no alcanza. La industria necesita impulso. La tecnología, apoyo. El conocimiento debe exportarse.
La política comercial sigue cerrada. No hay embajadores económicos. No hay agregados técnicos. No hay estrategia internacional.
El mundo mira a otras regiones. Argentina necesita ponerse en marcha. Modernizar su matriz. Abrirse sin miedo. Y recuperar el terreno perdido.
Exportar más no es un eslogan. Es una urgencia. Una condición para crecer. Una forma de integrarse. O una nueva oportunidad desperdiciada.





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