Estudian los genes de las moscas para precisar la hora de la muerte en pericias forenses

Actualidad22/06/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Ana Pereira en plena tarea de laboratorio
Ana Pereira en plena tarea de laboratorio

La bióloga y entomóloga forense Ana Pereira, investigadora del Conicet y docente de la Universidad Nacional del Comahue, lidera un proyecto innovador que busca respuestas en los genes de las moscas para mejorar la precisión en pericias criminalísticas. Su trabajo, recientemente publicado en la revista International Journal of Legal Medicine, analiza la actividad génica de las pupas de la familia de los califóridos —moscas que se alimentan de materia orgánica en descomposición—, como una nueva herramienta para estimar el momento de la muerte de un cuerpo humano.

En el Centro de Investigaciones en Toxicología Ambiental y Agrobiotecnología del Comahue (Citaac), Pereira realiza un seguimiento minucioso del ciclo de vida de estos insectos. Su investigación parte de una observación clave: las califóridas son las primeras en llegar a un cadáver, colonizan el cuerpo y depositan sus huevos en cavidades naturales o heridas. De allí se desarrolla una secuencia de transformación que incluye tres estadios larvales y una última etapa conocida como pupa, donde ocurre la metamorfosis hacia la mosca adulta.


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Durante la fase larval, los expertos pueden calcular el tiempo de desarrollo observando el tamaño y las características externas del insecto. Sin embargo, al llegar al estado de pupa, el proceso se torna invisible desde afuera, ya que todo ocurre dentro de una cápsula protectora llamada pupario. Esa etapa representa un desafío para los entomólogos forenses, quienes buscan determinar en qué momento del ciclo de vida se encuentra el insecto y, por tanto, cuántos días pasaron desde la muerte de la persona.

La investigación de Pereira introduce una solución novedosa: analizar la expresión de genes específicos durante el desarrollo pupal. Como en todos los organismos vivos, el ADN de estas moscas regula la producción de proteínas mediante la activación o desactivación de genes. Según explica, “la idea fue medir cómo se expresan un grupo de genes a lo largo del desarrollo de la pupa, para identificar en qué días se activan más o menos”.

En el estudio se analizaron seis genes diferentes y, a partir de su comportamiento, el equipo pudo construir herramientas gráficas que permiten estimar si una pupa se encuentra al inicio, a la mitad o al final de su proceso de transformación. Esta precisión genética permitiría a futuro conocer con mayor exactitud cuánto tiempo lleva un insecto sobre un cadáver, lo que resulta clave en una investigación forense.


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Pereira detalla que, si bien este tipo de análisis aún no se utiliza de forma rutinaria en las pericias debido a limitaciones técnicas y a la variabilidad biológica entre poblaciones, los avances logrados son significativos. En particular, considera que el uso de indicadores genéticos podría complementar los métodos morfológicos clásicos, especialmente en casos donde las larvas ya alcanzaron el estado de pupa y se necesita una estimación precisa del tiempo transcurrido.

Este enfoque se convierte en un aporte crucial en una etapa donde cada hora cuenta para reconstruir un crimen. Como señaló la investigadora, “cuando llega una muestra al laboratorio, ahora podemos decir con mayor precisión si está en el primer cuarto del desarrollo, a la mitad, en el tercer cuarto o en la etapa final”. Esa información puede ser determinante para establecer la hora de la muerte y esclarecer situaciones judiciales complejas.

El estudio también resalta la importancia de la interdisciplinariedad en la ciencia forense, donde la biología molecular, la entomología y la criminalística confluyen para desarrollar nuevas herramientas probatorias. Pereira trabaja con evidencias recogidas por otros entomólogos forenses en los escenarios del crimen, y luego traslada esa información al laboratorio para decodificar los procesos biológicos que suceden en los insectos.

Fuente: Diario Río Negro

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