

Las condiciones de alojamiento en la Alcaidía de Santa Rosa generaron nuevas denuncias por parte de familiares de detenidos, quienes aseguran que se trata de un encierro incompatible con los derechos humanos más básicos. Las acusaciones apuntan a un sistema penitenciario colapsado, sin higiene, ventilación ni acceso regular a la salud.

La sobrepoblación y la falta de condiciones mínimas para la vida cotidiana en los calabozos fueron señaladas como el problema más urgente. Según los testimonios, hay más personas alojadas que las que la estructura puede contener, lo que obliga a muchos internos a dormir en el piso entre colchones húmedos y restos de basura. Las plagas conviven con ellos.
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Una de las principales preocupaciones radica en la salud de los internos. Se denunció la presencia de síntomas compatibles con enfermedades respiratorias graves, como tuberculosis, y un seguimiento médico irregular. “No tienen ventanas, no ven el sol, y no hay médicos que los revisen”, indicó una madre en diálogo con medios locales.
La alimentación es otro de los puntos señalados por los detenidos y sus familias. “Las viandas son incomibles, frías y con olor a podrido”, denunció una mujer que visita semanalmente a su hermano detenido. En muchas ocasiones, los internos rechazan los alimentos por el riesgo que representa su consumo.
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Desde diciembre, los reclusos no acceden al patio, lo que significa que permanecen encerrados sin luz natural ni contacto con el exterior. Las obras de ampliación habrían restringido aún más la movilidad de los detenidos, afectando su salud mental y emocional. “Están encerrados como animales y nadie hace nada”, denunció otro familiar.
Mientras tanto, continúan las construcciones de nuevos calabozos que replican las mismas falencias. Se trataría de espacios sin ventilación, sin salidas de emergencia ni condiciones de habitabilidad. Esto contrasta con lo que establece la Constitución Nacional respecto a la función de las cárceles.
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A pesar del contexto, algunos internos intentan acceder a programas de educación como vía para mejorar sus condiciones de detención. Cursos en línea ofrecidos desde Córdoba lograron gran aceptación por su contenido y formato accesible. “Nos daba esperanza, pero ahora dicen que ya no sirven para reducir la pena”, explicó un interno.
La medida judicial que anuló el reconocimiento de esos cursos generó malestar y frustración entre los detenidos. “La educación es lo único que nos quedaba”, señalaron varios presos, que consideran injusto que se les retire esa posibilidad sin ofrecer otra alternativa válida.
Fuente: Diario La Arena






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