Donald Trump
Donald Trump aterrizó este viernes en Alaska con un mensaje que generó repercusiones antes de su cumbre con Vladímir Putin. El presidente estadounidense describió al líder ruso como “un tipo inteligente” y dejó en claro que no llevará propuestas en nombre de Ucrania.
A bordo del Air Force One, Trump dijo a los periodistas que su intención es propiciar un encuentro entre las partes y no negociar acuerdos por Kiev. “No estoy aquí para negociar por Ucrania. Que ellos decidan por sí mismos”, sostuvo con firmeza.
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El mandatario adelantó que, junto a países europeos y otros aliados, podría analizar garantías de seguridad para Ucrania, aunque descartó que sea a través de la OTAN. Esta declaración marcó distancia respecto de compromisos previos asumidos por Washington.
En su publicación en Truth Social, Trump definió la cita en Anchorage como “de alto riesgo” y adoptó un tono optimista sobre los resultados. “Creo que algo saldrá de ello”, afirmó, destacando que existe un “buen nivel de respeto” entre ambos gobiernos.
La delegación estadounidense cuenta con 16 integrantes, entre ellos el secretario de Estado, Marco Rubio, y altos funcionarios como Howard Lutnick, John Ratcliffe y Scott Bessent. También participan la secretaria de prensa Karoline Leavitt y el enviado especial Steve Witkoff.
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Por el lado ruso, Putin viajó acompañado por figuras de peso en la política y economía de su país, como Serguéi Lavrov, Yuri Ushakov, Andréi Beloúsov, Antón Siluánov y Kiril Dmítriev. Según la agenda difundida, los temas incluirán la crisis ucraniana y asuntos internacionales urgentes.
El asesor presidencial ruso Yuri Ushakov adelantó que las conversaciones buscarán avanzar en soluciones para el conflicto en Ucrania y abordar problemas globales que requieren atención inmediata. Esta reunión genera expectativa en un contexto de tensiones prolongadas.
Trump dejó entrever que su papel será el de facilitador de un diálogo directo. “Estoy aquí para sentarlos a la mesa. Creo que tomarán una decisión adecuada”, reiteró, transmitiendo confianza en un posible avance.
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Su llegada a Alaska coincide con un momento de incertidumbre geopolítica, donde cada declaración adquiere relevancia estratégica. El tono elogioso hacia Putin, combinado con la cautela en el caso ucraniano, muestra un equilibrio calculado en la retórica de la Casa Blanca.
Los observadores internacionales esperan que el encuentro marque un punto de inflexión o, al menos, establezca un canal de comunicación más sólido entre Washington y Moscú. Mientras tanto, Kiev sigue atenta a cada gesto diplomático que pueda influir en su futuro inmediato.
En Anchorage, la seguridad fue reforzada y el despliegue logístico es de alto nivel. Las delegaciones tendrán reuniones a puertas cerradas, lo que alimenta el misterio sobre las decisiones que podrían surgir de esta cita.
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La atención mediática mundial está centrada en Alaska, con la prensa buscando captar cualquier señal que indique cambios en la postura de las potencias. Trump y Putin, con estilos marcadamente distintos, protagonizan un episodio más en la compleja relación bilateral.
Aunque las expectativas sobre acuerdos concretos son moderadas, el solo hecho de que ambos líderes se sienten frente a frente ya representa un gesto diplomático significativo. El resultado de este diálogo podría incidir en la dinámica internacional en los próximos meses.
En el cierre de la jornada, se prevé que ambos presidentes ofrezcan declaraciones separadas. La forma en que transmitan los resultados será clave para entender el verdadero alcance de este encuentro en territorio estadounidense.
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