

Biografía en novela gráfica de Simón Radowitzky, aquel anarquista condenado a perpetua en la cárcel de Ushuaia, indultado luego de una sostenida presión social; que luego se trasladó a España a pelear en la Guerra Civil, y tras el triunfo y ascenso del fascismo se fue a México donde terminó sus días bajo otro nombre.



Una vida que supera a la imaginación más productiva, trabajada en “155” de manera soberbia por Agustín Comotto.
Seis años le llevó hacerlo y la dedicación se nota en cada cuadro.
OTRAS NOTICIAS:
La estructura narrativa es impecable, también. En un ida y vuelta entre la infancia y adolescencia truncadas de Radowitzky durante el fin del zarismo y el desarrollo del proceso que terminaría con la Revolución Rusa. Sostenido en su estancia en la heladera fueguina, jaula dentro de otras jaulas, entre torturas y golpes; sostenido decía en su estancia carcelaria y en su posterior derrotero, por un recuerdo que Comotto le inventa, porque los buenos narradores hacen eso: son saludablemente irreverentes con la pura referencialidad.
Esto, claro, sin perder un ápice del rigor histórico, condensando una cantidad de información sobre el antisemitismo, la explotación, las ideas libertarias (las idas verdaderamente libertarias), los procesos insurreccionales y los autoritarismos que atravesaron el siglo XX.

OTRAS NOTICIAS:
“155” de Agustín Comotto, repito, es una obra de arte. Comotto nació en Argentina y se la ha pasado viajando. Según dicen, escribe para dibujar y dibuja para escribir. Lo ha hecho para EEUU, Francia, México, Argentina y España. Es autor, además, entre otros, de los libros “Stein (piedra), “Nebrija”, “Lenin. El hombre que cambió el mundo” y “Siete millones de escarabajos". Ha ganado numerosos premios.

















