

El SPLIF confirmó que el incendio en el Cerro Montura, en El Manso, quedó extinguido luego de varias jornadas de trabajo y monitoreo constante. El siniestro se originó por una quema y se transformó en el cuarto incendio registrado en pleno invierno, lo que generó preocupación en la región.


La superficie afectada alcanzó 11,62 hectáreas, con un 14% de Lenga, 34% de matorral y 52% de pastizal. El trabajo de los brigadistas se complicó por la falta de acceso al agua en la zona.
Para contener el avance de las llamas, los combatientes debieron ascender a pie con herramientas de zapa. El esfuerzo físico fue enorme y se sumó a la colaboración de los vecinos de la zona, que ayudaron en las tareas iniciales.
Los técnicos recordaron que la mayoría de los incendios de este invierno estuvieron asociados a las quemas de reducción de combustible, una práctica común que este año se volvió riesgosa por el clima más seco de lo habitual.
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Aunque las últimas lluvias trajeron alivio, el escenario se mantiene frágil. “Estamos ante un año más seco y templado de lo normal”, señalaron desde el SPLIF, y advirtieron que queda poco margen antes de suspender las quemas estacionales.
El organismo insistió en la necesidad de generar una franja de seguridad alrededor de las viviendas rurales. “Es fundamental crear una zona defendible para evitar que un fuego descontrolado alcance las casas”, remarcaron.
También se recordó a la población que las quemas deben realizarse con máxima precaución. La normativa exige permanecer en el lugar hasta extinguir por completo el fuego y contar con agua suficiente antes de retirarse.
En paralelo, se reforzó el llamado a la responsabilidad ciudadana. “Ante cualquier escape hay que llamar de inmediato al 103”, reiteraron las autoridades.
La repetición de incendios en pleno invierno encendió alertas adicionales. Nunca antes en tan poco tiempo se habían registrado cuatro focos en la misma temporada.
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Vecinos de la zona reconocieron el esfuerzo de los brigadistas. “Trabajaron día y noche con herramientas a mano, porque no había agua disponible”, contaron algunos pobladores que participaron en las tareas.
El siniestro dejó a la vista la vulnerabilidad del bosque nativo y la necesidad de un mayor cuidado en el manejo de fuegos controlados.
La combinación de clima seco, prácticas tradicionales y descuidos multiplica el riesgo de incendios forestales en la cordillera. Con el verano en el horizonte, el desafío será reducir la exposición de los pobladores y evitar nuevas emergencias.

















