Empresas argentinas dan un giro verde: sustentabilidad ahora es factor de competitividad global

En el país, las finanzas vinculadas a la sustentabilidad crecieron un 47 % el año pasado, según un informe de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BYMA). Esta expansión no es sólo una cuestión de buena imagen: la sustentabilidad deja de ser opcional y pasa a formar parte del motor que atrae inversiones y clientes.

La empresa KPMG Argentina divulgó que un 58 % de sus colaboradores ya son mujeres y que el 100 % de su electricidad proviene de fuentes renovables, lo que demuestra que el foco ESG (ambiental, social y de gobernanza) se traduce en acciones concretas.

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Entre las tendencias que marcarán los próximos años, destacan: el cuestionamiento del modelo “net zero” si no hay avances reales, el green-washing bajo nuevas formas, y la escasez hídrica que ya se vive en América Latina.  Para el sector empresario, eso significa que más allá de los informes, se exige impacto mensurable y trazable.

El reciclado de plásticos también muestra un cambio de rumbo: en 2024 se recuperaron 233.200 toneladas mecánicamente y se valorizaron energéticamente otras 30.300 toneladas en hornos cementeros. Aunque el volumen cayó respecto del pico, la eficiencia mejoró del 14 % al 17 % respecto al consumo total.

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Las empresas del rubro logístico reflotan la sustentabilidad como una ventaja competitiva: un informe de IBM afirma que el 65 % de los consumidores en América Latina prefieren proveedores con metas de carbono neutro, y las mejoras pueden reducir costos logísticos hasta en un 30 %. 

En el plano nacional, la Argentina quedó en el puesto 47 ° de 166 países en el ranking de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Este estancamiento evidencia que la acción estatal, normativa y regulatoria debe acompañar la puesta en marcha empresarial.

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Así, para muchas compañías locales ser sustentables ya no es un costo sino un elemento estratégico: mejor reputación, acceso a financiamiento verde, mayor valor agregado en exportaciones y alineación con cadenas globales que exigen estándares cada vez más altos.

Quienes no avancen en esta ruta deberán enfrentar riesgos crecientes de quedar excluidos del capital internacional, sufrir sanciones normativas en mercados exigentes o perder el interés de consumidores más conscientes. El momento es de transición: la sustentabilidad pasa del discurso al balance, del label al hecho. Como afirma el informe sobre tendencias: “El tiempo de las promesas sin sustento llega a su fin”. 

Fuente: NA