
Argentina acelera hacia la era IA: la Patagonia se vuelve imán para mega centros de datos
Actualidad25/11/2025
Sergio Bustos
Los centros de datos dejaron de ser espacios silenciosos para convertirse en motores del mundo digital. La explosión de la inteligencia artificial cambió su ritmo y elevó sus exigencias. Hoy deben procesar densidades enormes de información, sostener cargas eléctricas cada vez más intensas y funcionar sin interrupciones.


El especialista Hernán Neirotti describe ese salto con claridad. Explica que los modelos de IA se entrenan con “volúmenes muy muy grandes” de datos, lo que obliga a aumentar potencia y refrigeración. Ya no se trata sólo de guardar información: se trata de moverla, procesarla y alimentarla a velocidad constante.
Ese cambio disparó un problema inmediato: el consumo energético. Neirotti señala que la demanda es tan alta que la temperatura de las salas blancas sube rápido y compromete la estabilidad del sistema. Por eso, muchas empresas adoptan refrigeración líquida, una tecnología que ya se volvió estándar en Estados Unidos y Europa.
El salto técnico también llega por el lado de las GPU. Son el corazón de los modelos modernos y empujan el consumo de cada rack. “Todo lo que es IA va asociado a GPU. El principal desarrollador es Nvidia”, destaca Neirotti. Antes de la pandemia un rack pedía 25 kW; hoy algunos superan los 100 kW.
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Las instalaciones argentinas quedaron atrapadas entre ese cambio y sus propias limitaciones. Un caso en CABA lo resume: una empresa debió comprar casas linderas para sumar potencia eléctrica porque la subestación no alcanzaba. No es un caso aislado. La falta de zonas diseñadas para estos proyectos frena la expansión.
Las telcos ya separan espacios según su demanda: salas estándar, salas de alta densidad y salas pensadas exclusivamente para IA. Esa división anticipa un escenario donde la infraestructura actual no alcanza y requiere ampliaciones profundas: generadores nuevos, tableros eléctricos más robustos y más superficie técnica.
El costo de esa adaptación impone otra barrera. Neirotti estima que por cada 1 MW de potencia se necesitan USD 2 millones en infraestructura crítica. Y eso no incluye servidores ni GPU. Aun así, Argentina muestra condiciones atractivas: territorio amplio, clima favorable y acceso a fibra.
Pero hay algo que complica todo: la falta de reglas claras. Neirotti afirma que proyectos de largo plazo necesitan estabilidad y un marco impositivo previsible. También remarca la ausencia de una cámara de data centers, un vacío que deja al sector sin una voz unificada.
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La mano de obra también se vuelve un punto central. Operar estos centros exige técnicos especializados en refrigeración líquida, ingenieros en sistemas de potencia y equipos que entiendan tecnologías que cambian todo el tiempo. “Hay que entrenar a la gente en tecnologías nuevas”, insiste el experto.
Ese desafío convive con una oportunidad histórica. En octubre de 2025, OpenAI anunció Stargate Argentina, un mega centro de datos de 500 MW en alianza con Sur Energy. La inversión proyectada ronda los USD 25.000 millones, un número que ubica al proyecto entre los mayores de América Latina.
Stargate Argentina busca energía limpia y un volumen de cómputo capaz de sostener modelos avanzados. La Patagonia aparece como el lugar ideal por su clima, su capacidad de generación renovable y su conectividad. Sam Altman celebró el potencial local y destacó que la iniciativa busca “poner la inteligencia artificial en manos de la gente de toda la Argentina”.
El proyecto avanza con apoyo del Gobierno y se integrará al RIGI, un régimen que ofrece beneficios fiscales a grandes inversiones. Emiliano Kargieman, de Sur Energy y Satellogic, destacó el interés de bancos internacionales y afirmó que el enfoque ambiental será parte del diseño.
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Aun así, surgen preguntas sobre el impacto ecológico. La industria de los centros de datos consume enormes cantidades de energía y requiere sistemas de refrigeración intensivos. Kargieman asegura que la instalación será sostenible, aunque todavía faltan definiciones concretas.
Argentina tiene una ventana única: energía renovable, territorio frío, talento en crecimiento y un proyecto global que podría funcionar como catalizador. Pero para que ese potencial se concrete, será necesario ordenar reglas, sostener una agenda nacional de infraestructura y asegurar formación técnica en todo el país.
Si todo ese engranaje se activa, el país puede ganar un lugar central en la nueva geografía digital. Si no, las oportunidades pasarán de largo y quedarán en manos de países que ya avanzan sin pausa.

















