

Durante la última década, hemos presenciado un incremento anual del 10% en la cantidad de luz artificial que ilumina nuestras noches.


Este fenómeno de contaminación lumínica ha generado consecuencias significativas en diversos aspectos. Los astrónomos se ven obstaculizados en su labor debido a la dificultad para observar las estrellas, mientras que los animales, como las luciérnagas y los peces, experimentan alteraciones en sus patrones de comportamiento debido a la confusión causada por las luces artificiales.
Sin embargo, más allá de las impresiones estéticas y ambientales, surge la pregunta sobre cómo afectan las luces de la noche a la salud humana. En una edición especial publicada en la revista científica Science, se recopila una serie de estudios que exploran los diversos impactos de la contaminación lumínica. Estas investigaciones revelan cómo la luz artificial perturba el reloj biológico y la producción de melatonina, una hormona fundamental en la regulación del sueño y el despertar.
Un experimento realizado con 100 personas expuestas a luz artificial demostraron la relación entre la iluminación excesiva y la supresión de la melatonina.
La entrada de luz a través de los ojos desempeña un papel crucial en la percepción del organismo sobre la llegada de la noche y la necesidad de dormir. Los fotorreceptores de la retina, como los conos y los bastones, no solo nos permiten ver, sino que también influyen en la producción y liberación de melatonina, surgiendo así nuestro ritmo circadiano.
A pesar de esta evidencia, la conexión entre la contaminación lumínica y la salud humana aún se encuentra en una etapa temprana de investigación. La mayoría de los estudios se han llevado a cabo en laboratorios o con trabajadores nocturnos expuestos a la iluminación interior. En este segmento de la población, se ha observado una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares y casos de cáncer. No obstante, solo recientemente se ha comenzado a comprender el impacto de las luces de la calle en condiciones reales.
Algunos experimentos han analizado los efectos de la luz artificial en conductores, peatones y residentes expuestos a farolas de tecnología LED. Aunque un estudio no encontró diferencias significativas en la supresión de melatonina entre los tres grupos, otro detectó alteraciones en el ritmo circadiano en un barrio de Nueva York. Estos trabajos, aunque realizados con muestras reducidas, indican que las personas que viven en entornos urbanos pueden estar "oscureciendo sus días e iluminando sus noches", lo cual su reloj biológico.
Otro impacto relevante de la contaminación lumínica en el ritmo circadiano se ha descubierto recientemente a través de la vía del microbioma. Se ha demostrado que la microbiota intestinal sigue un ritmo circadiano y que la exposición a la luz artificial durante la noche puede alterar la actividad de las células fotorreceptoras de la retina y provocar cambios en el microbioma intestinal en ratones. Dado que la salud humana está relacionada con el estado de su microbioma, estos hallazgos abren nuevas perspectivas de investigación.
Los investigadores dedicados a explorar las alteraciones del ritmo circadiano y sus consecuencias para la salud han encontrado pruebas preliminares que sugieren que la contaminación lumínica tiene efectos en la hipertensión, la obesidad y ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, aún se necesita realizar más investigaciones para comprender completamente cómo la iluminación exterior contribuye directamente a estos impactos en la salud humana, en lugar de estar simplemente correlacionada con otros factores.















